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Una feria donde el cine nacional también es protagonista

Una feria donde el cine nacional también es protagonista
14 de octubre de 2013 - 00:00

La tarde asomaba y  el cerro Santa Ana aparecía colmado de gente, entre turistas y residentes de Guayaquil. Varios grupos, en la zona de El Fortín, se tomaban fotos. Detrás de ellos otro grupo numeroso caminaba hacia el Centro Cultural Libertador Simón Bolívar, conocido como MAAC (Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo). Allí, en la pared posterior de la sala de cine había una pantalla gigante que invitaba a la Feria del Libro Arte y Erotismo 2013 y guiados por  aquella proyección los caminantes ingresaban.

Era sábado y de a poco los bares (restaurantes) del cerro  alistaban su carta. Entre tanto,  la actividad literaria, organizada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio, había acogido a los visitantes desde las diez de la mañana. La actividad es gratuita y ello hizo que la gente entrara sin reparos en grupos.

Erotopías

En el ingreso la primera oferta es la muestra de arte erótico. Una guía aguarda en el ingreso de la sala donde lo primero que se aprecia es un letrero de advertencia: la exhibición, por su naturaleza, tiene una censura para menores de edad. No obstante, la guía se anticipa antes de que el visitante que lleva, por ejemplo, a sus hijos, decida alejarse: “Puede entrar con él (o ellos) siempre que usted lo lleve y le indique que son obras artísticas”, recomienda.  Aquella tarde de sábado, algunos entraban y tan pronto veían, por ejemplo, obras de Wilson Paccha, se iban. 

Otros en cambio simplemente recorrían. Y algunos, en cambio, se detenían a ver los textos que, de alguna forma, sustentaban la muestra, llamada Erotopías, curada por el cuencano Cristóbal Zapata.

Sobre la pared, al inicio del recorrido, se lee: “Teniendo al sexo como punto de partida, el erotismo rebasa la mera sexualidad, es el deseo fantaseando sobre su objeto, transfigurándolo, reinventándolo y resignificándolo incesantemente. ‘En todo encuentro erótico -dice Octavio Paz- hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación, el deseo’; y de allí la infinita variedad de sus ceremonias y sus representaciones”.

Y claro, son las representaciones de la sensualidad, en muchos de los casos, las que pueblan la exhibición; o también la problematización sobre el género masculino o femenino, o la confrontación a los cánones de belleza propuestos por  Occidente. Y todo desde efigies de la época precolombina hasta pinturas del arte ecuatoriano del siglo pasado.

Para ejemplificar: una figura de cerámica de la cultura Jama Coaque (500 a.C. - 1650 d.C) representa a dos humanos manteniendo una cópula. Aquello, como ya había dicho el ministro de Cultura y Patrimonio, Francisco Velasco, evoca que el erotismo no es un asunto reciente.

Otro ejemplo: Gordo (1978), de Enrique Tábara, va contra la estilización de la figura masculina, representación unívoca de Occidente, y ubica a un hombre adulto, con exceso de peso en su cuerpo y con señas de cansancio.

Así la muestra recorre un extenso cartel de artistas ecuatorianos y extranjeros residentes en Ecuador, en total 71 y seis culturas prehispánicas. Erotopías estará abierta hasta enero próximo.

Cine ecuatoriano

Es un estante discreto, ubicado junto a la Casa Morada y a lado de Mr. Books, está Expressmax. Allí tienen una cartelera cuyo título es Cine ecuatoriano. Y, así, llama la atención de quienes visitan la feria.

“Tiene El cojo Navarrete”, pregunta una mujer. “No”, responde el vendedor. “Y no la puede conseguir”, consulta la mujer. “Es que no tengo quién firme la licencia para reproducir la película”, responde el vendedor. “Pero y si la graba así nomás”, insiste la mujer. “No se puede, todas deben tener licencias pagadas”, remata el vendedor. Y la mujer sigue escarbando entre el montón de discos que en ese estante se ofrecen.

“Esa película que me recomendaste, hablando de los planos, está muy bien. Pero muchos insultos. O sea, a cada rato se repetían los insultos. Parece que en Portoviejo la gente solo se insultara. Ahí no me gustó, pero los planos eran buenos”, ensayó una especie de crítica sobre Mejor no hablar de ciertas cosas (Javier Andrade, 2013) al vendedor. Él se la había recomendado el día anterior.

El crítico era Xavier Oñate y visitaba la feria. Y como él muchos se cuestionaban y hasta descubrían que sí había cine ecuatoriano.

Oñate, en cambio, estaba muy agradecido con el vendedor por el documental Yakuaya (Marcelo Castillo, 2012) que, en síntesis, cuenta el recorrido natural del agua desde los glaciares andinos hasta los ríos en la Costa ecuatoriana.

Así transcurría el tiempo en el estante de cine, a veces lleno de gente que solo consulta o gente que directamente compra.

Una mujer compró Prometeo deportado (Fernando Mieles, 2010) y pidió -al vendedor- que le recomiende otra película ecuatoriana. El vendedor le preguntó que qué le gustaría, si comedia, drama o acción. Ella dijo comedia. Y él le ofreció Zuquillo express (Carl West, 2010). Ella lo tomó, lo revisó detenidamente y se lo consultó a su esposo. Al final, se llevó la película de Mieles y dijo que en otro momento comprará más.

El vendedor apenas responde una pregunta mientras asoma otra. “¿Qué, había cine ecuatoriano?”, dice una mujer. Su acompañante, otra mujer, dice, con cierto recelo, “claro, qué, no sabías”. Y el vendedor, diligente, les muestra una volante que muestra  los títulos con los que se puede encontrar.

La mujer que pidió El cojo Navarrete aún no se había marchado. El vendedor le dice: Hay el 80% por ciento de películas ecuatorianas grabadas, pero las que no tenemos las puede encontrar en la Casa de la Cultura Ecuatoriana. La mujer asintió.

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