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Tacharon los besos homosexuales del mural de Apitatán

Tacharon los besos homosexuales del mural de Apitatán
04 de julio de 2019 - 11:30 - Redacción Cultura

El mural El amor no tiene género del diseñador gráfico, muralista y artista Apitatán (Juan Sebastián Aguirre) amaneció tachado en las figuras que representan el beso de dos mujeres y dos hombres. El beso heterosexual permanece intacto.

Apitatán no pudo terminar su intervención en una pared que siempre está grafiteada, en el Barrio Bellavista, en el norte de Quito. El pasado 1 de julio, la Policía  quiso llevárselo detenido luego de recibir quejas de algunos vecinos, pero desistieron una vez que dejó de pintar.

La Agencia Metropolitana de Control (AMC), encargada de vigilar el uso del espacio público le confirmó a este diario que iría a Bellavista a verificar lo que pasaba por pedido de la policía, no de los vecinos. Y que, al tratarse de una propiedad privada, el dueño de la pared es quien decidirá si se conserva o no lo pintado.

Sin que Apitatán lo termine y sin que la Policía Metropolitana emitiera ningún veredicto, el trabajo en el que el artista invirtió al menos $ 5000 amaneció tachado. Daniel Rivera, un gestor cultural que vive hace 31 años en el lugar piensa que fue muy grato encontrarse con este mural en la entrada del sitio y considera que más allá de su “condición de LGBTI este mural representa al amor”.

Piensa que los vecinos no están muy al tanto del debate. “Se trata de ver más allá, es algo que se hizo con un artista, con el permiso del presidente del barrio y es una pared de un espacio botado, no tiene ningún dueño y siempre está lleno de grafitis, en el que ahora, con la propuesta de Apitatán se habla del amor”.

La historia de manifestaciones artísticas, grafitis y murales en el espacio público está sujeto siempre a censuras desde la ciudadanía o entes estatales, instancia que genera aun más cuestionamientos sobre el uso del espacio público, cuando en muchos casos no hay normas establecidas. ¿Por qué los gobiernos cierran espacios?

En agosto de 2017, la Conferencia Episcopal emitió un comunicado, en el que se cuestionaba la muestra 'La intimidad es política', que inauguró el Centro Cultural Metropolitano (MET), aludiendo específicamente a la propuesta del colectivo boliviano Mujeres Creando, 'Milagroso Altar Blasfemo'. Días después el secretario de Cultura, Pablo Corral, y la Directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio, Angélica Arias, anunciaron la remoción del mural.

La propuesta del colectivo boliviano “propone una nueva simbología que incluye a la Santísima Virgen ni Hombre ni Mujer, la Virgen de los Ovarios que protege los abortos, La Dolorosa que llora por las asesinadas, y muestra aun Cristo de rodillas, atado a la cúpula de una iglesia por el miembro viril”, describe Ana Rosa Valdez en el blog especializado Paralaje XYZ.

Para la exdirectora del Centro Cultural Metropolitano y actual directora de espacios culturales de la Universidad de las Artes, Pilar Estrada, “la violencia, las agresiones que vemos en el día a día cuando no van de las manos de la creencia de algunos no son visibilizadas, basta que algo te moleste un poco para tomar acciones que son bastante incivilizadas, eso pasa cuando crees que tu manera de ver el mundo está por encima de los otros, tomarse esa violencia de las manos”.

Estrada considera que es diferente la censura que tuvo el 'Milagroso Altar Blasfemo', que estaba en un lugar cerrado, a lo que ocurrió con el mural de Apitatán en la calle. “En la calle sabes que algo puede pasar, pero en este caso es una clara muestra de intolerancia. La ciudad se pierde un bellísimo regalo de Apitatán”, dijo Estrada.

En Guayaquil, en los 90, la Policía Metropolitana apresó al artista Hernán Zuñiga por pintar debajo de un puente, al norte de la ciudad, un trabajo con las culturas aborígenes con un diseño neoexpresionista. Tras el debate, el municipio local debió convocar a un concurso en el que mediaba las propuestas de intervención en el espacio público.

A esto se suma el ya conocido debate alrededor de la propuesta del artista sinceptual Daniel Adum, primero con los grafitis de cerdos de colores que crearon un caos mediático imaginario con la idea de que estos representaban el enfrentamiento de dos pandillas locales.

Después de eso, Adum lanzó su propuesta Litro x Mate, en la que convocaba a gente a pintar paredes de la ciudad que luego el Municipio pintaba de gris. Adum fue agredido por policías metropolitanos y enfrentó una denuncia “por transgredir el ornato municipal”.

Pero el control de las autoridades con el espacio público también tiene que ver con el cierre de propuestas culturales. En enero de 2018, las Andotecas en Quito –un proyecto que ubica pequeñas bibliotecas gratuitas en espacios públicos para el uso ciudadano– recibieron una notificación de la Agencia Metropolitana de Control (AMC) por la violación flagrante del mal uso del espacio público y se les dispuso pagar una multa de $ 100.

Ese mismo mes, el Colectivo La Insensata suspendió la obra Cantina en su carpa circense, montada desde 2016, en Tumbaco. Miembros del Círculo Artes Escénicas dijeron que así “evitaron otra revisión de la Agencia Metropolitana de Control” solicitada por vecinos.

Un año después, en Chillogallo, la Administración Zonal (AZ) Quitumbe puso varias condiciones al Centro Cultural Rompecandados para que sus miembros puedan seguir ocupando su espacio habitual. (I)

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