Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Sobredosis de William Burroughs

Sobredosis de William Burroughs
08 de febrero de 2014 - 00:00

William Seward Burroughs nace con el estallido de la primera gran Guerra, en Missouri, una ciudad enclavada en lo más profundo del sueño americano, aquel poblado de iglesias que protegen la moral de las familias blancas, y bancos que resguardan los dividendos dejados por la revolución industrial. De hecho, su abuelo paterno, inventor del truco regulador de la máquina sumadora, funda una compañía que permite a sus descendientes tener una vida acomodada.
El pensamiento esotérico de la madre y el método de enseñanza basado en el miedo que emplea su institutriz, convierten a Burroughs en un niño solitario e introspectivo que escribe, a los ocho años de edad, Autobiografía de un lobo, intento literario en el que un animal moribundo narra sus experiencias solitarias.

Siete años después, fascinado por los antihéroes y deseoso de convertirse en escritor de vida exótica, publica Magnetismo personal, un ensayo sobre las posibilidades de inducción psíquica. Es internado entonces en un colegio de Los Álamos, en el cual descubre los libros de Gide, Wilde y Baudelaire y, de paso, su homosexualidad. Este hecho lo lleva a escribir un diario de corte romántico que lo mantiene alejado de la literatura y del que termina avergonzándose.

Tras la publicación, en su juventud, de Últimos resplandores del Crepúsculo, libro en el que habla de la caída y decadencia de Estados Unidos tomando como pretexto el hundimiento de un barco, Burroughs deja de escribir y entre muchas otras cosas, estudia literatura inglesa en Harvard y psicoanálisis en la Universidad de Viena, viaja por Europa y Oriente Medio, se casa con una judía para salvarla de los nazis, trabaja como exterminador de insectos, es alguacil de Newark y vive entre delincuentes, mafiosos, millonarios y cocainómanos.

Se recluye luego en una granja en las afueras de Missisipi en compañía de su esposa, Joan Voomer, y de dos hijos a los que educa de modo espartano. Este momento de la vida del escritor fue narrado por Jack Kerouac en El Camino, libro fundamental de la generación Beat. Burroughs, más que formar parte de la misma, se constituye, según el poeta Allan Ginsberg, en su profeta, pues los ayuda a entender lo que pasaba en la sociedad, afianza su espíritu de libertad frente a las formas establecidas y les recomienda autores como Eliot, Auden, Kafka, Celine y Yeats, que fortalecen su estética.

El que haya matado a su esposa de un disparo en la cabeza por jugar, literalmente, a Guillermo Tell, es más que una anécdota, pues Burroughs considera “... que en aquella situación había actuado un espíritu invasor del hemisferio dominante de su cerebro sobre el cual no tenía control”, y decide convertirse en escritor para visibilizarlo.

La conmoción que le causó la muerte de su esposa y su deseo de explorar nuevas drogas y tierras lo llevan a inicios de los cincuenta a Centro y Suramérica, y a escribir Yonquy, Queer y Las cartas del yagué, novelas, las dos primeras, que hablan del proceso de descomposición que sufren los adictos, y epistolario el tercero, mantenido con su amante Allan Ginsberg, sobre sus experiencias alucinógenas en la selva colombiana.

Aunque escribe, a cuatro manos con Jack Kerouack, Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques, Burroughs no se considera un beat, pues a sus vivencias callejeras y extenuada vitalidad, él antepone la contemplación del mundo en la que cae debido a su adicción. A diferencia, no obstante, de miles de yonquis, decide no morir con una jeringuilla colgada del brazo, sino escribir El almuerzo desnudo, libro que condensa su experiencia de quince años como adicto y que establece una diferencia entre las drogas alucinógenas o psicotrópicas (expansoras de la conciencia y activadoras espirituales), y las drogas duras (opiáceos y sus derivados) cuyo consumo constituye, en su opinión, el problema número uno de salud mundial.

A inicios de la década del sesenta, el pintor Brion Gysin y Burroughs desarrollan métodos de escritura consistentes en cortar, pegar y yuxtaponer textos de diversa procedencia. El escritor crea cuadernos de recortes y diarios de tres columnas en los cuales anota lo que ve y lo que piensa simultáneamente. Realiza posteriormente experimentos fílmicos y sonoros que derivan en la producción de Trilogía Nova, compuesta por La máquina blanda (1961), El tiquet que explotó (1962) y Expreso Nova (1964), obras de ciencia ficción en las que plantea que el lenguaje contaminado de poderes parasitarios constituye, al momento de programar y controlar la mente de las personas ofreciéndoles el jardín de las delicias, una droga más poderosa que cualquier otra. Plantea por tanto liberar a la palabra y reventar el planeta a fin de que el ser humano pueda llevar una existencia incorpórea en el espacio. En estas obras Burroughs antepone a la máxima cristiana de Occidente “todo es verdad, nada está permitido”: “Nada es verdad, todo está permitido”.

Sus siguientes producciones: Las últimas palabras de Dutch Schultz (1970), Los muchachos salvajes (1971), ¡Exterminador! (1973), son proyectos multidisciplinarios basados en su técnica de corte montaje que no subyugan a los lectores.

Tras recibir el reconocimiento de figuras del rock como David Bowie, Franz Zappa y Patti Smith, y saber que se celebran encuentros de artistas y escritores en su honor, se siente motivado y entre 1974 y 1978 publica ‘Ciudades de noche roja’ (1984), ‘El lugar de los caminos muertos’ (1984) y ‘Tierras de Occidente’ (1987), libros agrupados bajo la etiqueta: Trilogía del espacio. Sus personajes semejan bucaneros, hombres del Oeste y de los desiertos empecinados en plantear modelos sociales alternativos. “Nada detestan más los ricos que ver la riqueza en manos de quien detesta la riqueza”, dice uno de ellos. Su obsesión en este tríptico parece ser el mismo que el de Trilogía Nova: demostrar que el cuerpo se ha convertido en un pesado armatoste poblado por parásitos y virus, del cual es necesario deshacerse para continuar la travesía hacia otros mundos.

En 1995 publica Mi educación, un libro de sueños, autobiografía escrita en clave de melancolía con base en los sueños que tuvo a lo largo de su vida.

Se recluye posteriormente en Kansas y se dedica a ordenar y publicar viejos textos: Cartas a Allan Ginsberg, Archivo Burroughs, Queer y El Caballero Negro, novela que Tom Waits convierte en ópera.

En El Caballero Occcidental (1992), su última novela, los lemures son criaturas ejemplares que renuncian al lenguaje y a la posibilidad de construir herramientas, para vivir libres y marcharse hacia un pasado sin hombres en la tierra.

Quien es considerado el padre del término heavy metal, el ciberpunk y el relato paranoico, y cuya vida literaria ha inspirado una docena de películas, entre ellas una de David Cronemberg, murió en un hospital de Lawrence el 2 de agosto de 1997, tras un coma profundo. Dejó, en frases como la que se cita a continuación, su visión de lo que constituye la literatura: “Vi la imagen de un globo que ascendía súbitamente. Algunas personas no soltaban las cuerdas atadas al globo, y el globo subía por el aire. Segundos más tarde estaba a 30, 60 metros del suelo... Los que no se soltaron, cayeron de 150 a 300 metros... Supongamos que estuvieses agarrado a una de esas cuerdas ¿La hubieras soltado a tiempo? Tendrías muchas más posibilidades de soltarla a tiempo ahora que has leído este párrafo que si no lo hubieras leído. Escribir es algo, es palabra de aviso: ¡Suelta!”.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Ahí están -como si el Che fuera un rockstar-, boinas, camisetas, botones y jarros, a disposición de los amantes de la cultura pop.

Social media