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Ernesto torres es el ganador del premio libresa

“Se puede ser un buen escritor de manera espontánea”

“Se puede ser un buen escritor de manera espontánea”
31 de julio de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Para Ernesto Torres Terán, los premios no son una prioridad. En los últimos 33 meses ha ganado 2: el Premio 2014 del Concurso Internacional de Literatura Juvenil Libresa por la novela ‘Diecisiete ballenas en una pecera’ en julio de 2014; y el Concurso de Novela de la Biblioteca Municipal de Guayaquil en octubre de 2012 por Mínima Gloria. Reconoce que lo mejor de ser premiado son las llamadas constantes de los amigos, conocidos y la posibilidad de interactuar con personas interesadas en su trabajo.

Torres se presenta como exmédico y exajedrecista. No tiene pretensiones de ser un literato. Viste camisa mangas cortas, pantalones de tela y zapatos de suela. Lleva una pluma faber-castell azul en el bolsillo de la camisa y los lentes para cuando tenga la necesidad de usarlos. Tiene un trabajo de oficina -está claro- pero ha cumplido la promesa personal de ser escritor.

Durante la adolescencia la práctica común deTorres fue entre damas, peones, reyes y reinas, sobre el tablero de ajedrez. Su destino como escritor fue una promesa que se hizo a los 14 años y en un inicio, pensó en intercambiarla con sus otras pasiones.

Una vez terminada la carrera de medicina hizo un masterado en salud pública y un doctorado, de los que se sirvió para implementar programas educativos de cuarto nivel en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Ejerce la profesión de salud desde lo administrativo, por lo que es viajero a tiempo completo. El mandil y el ajedrez los dejó cuando decidió cumplir con la promesa que se hizo en la adolescencia.  

‘Del puerto secreto’ e ‘Y sin embargo se mueve’ fueron sus primeros libros y su publicación coincidió con el año que terminó su carrera de médico. Con el segundo obtuvo el Premio Único de Relatos José de la Cuadra en 1993, el primero de 4.

Ese año, conoció al escritor lojano Carlos Carrión que le preguntó  por qué escribía. A lo que Torres contestó con una oración simple pero concreta “porque me gusta”.   

No estudió literatura, pero está seguro de que para escribir hay que ser riguroso y en ocasiones hasta robarle tiempo al sueño. Considera que es preciso pensar en el uso y en el valor de las palabras. “No se trata de rebuscarlas, ni de usarlas arbitrariamente”, dice.

Cómo surgió la historia

El libro ganador de la edición del concurso anual de Libresa estuvo guardado durante más de 20 años en la biblioteca de Ernesto Torres.

Era un manuscrito al que no le había dado los ajustes necesarios para publicarlo. Lo retomó en diciembre de 2013, durante dos meses de vacaciones y tras la reunión con su amigo Hans Behr.

En enero y febrero de ese año escribió en horario de oficina la historia que vivió en la Isla San Cristóbal de Galápagos. En 1984 aparecieron en la playa del lugar 17 ballenas piloto varadas. Torres, que en esa época vivía en San Cristóbal las observó desde su ventana a las 06:30. En pocos minutos medio pueblo estaba ahí.

“Fue una conmoción”, recuerda, y las personas del lugar intentaron salvarlas remolcándolas al mar. Les amarraron la cola y las halaron con un bote, pero las ballenas volvían a la playa. Fue entonces cuando empezaron a hacer uso de sus partes. Torres les escribió una novela.  

El guayaquileño dice que lo importante no son los premios, sino lograr una escritura espontánea para que la novela trascienda, sin ser molde de una corriente.

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