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Desnudos y monumentos cívicos revelan la visión de Rosario Villagómez

Desnudos y monumentos cívicos revelan la visión de Rosario Villagómez
Fotos: Miguel Castro | et
22 de noviembre de 2019 - 22:24 - Giselle Hidalgo Villagómez

El nombre de Rosario Villagómez Fabara no es muy popular en la historia cívica del Ecuador, sin embargo, sus famosas esculturas de personajes importantes de la política hablan de su trabajo y de su visión liberal en la cultura del país.

En la siguiente entrevista la curadora de la muestra, Romina Muñoz, habla de este proyecto que ganó la convocatoria de prácticas artísticas del Museo Antropológico de Arte Contemporáneo (MAAC). La curaduría y el montaje contaron con la colaboración del artista Eduardo Terreros, y las fotografías de David Coral.

¿Cómo llegaste a las obras de Rosario Villagómez?

Fue un encuentro accidental porque yo vengo investigando sobre mujeres en el arte desde hace algún tiempo. Cuando asumí el trabajo de investigación de Premio Nacional de Artes Mariano Aguilera, el año pasado, este proyecto cumplía cien años e hice dos homenajes con sus exposiciones y un programa pedagógico, entonces ahí me encontré con el nombre de ella en un listado del premio. El premio se funda en 1917 y ella lo obtuvo en 1918, 1919 y 1920. 

¿Ella constaba como la única mujer galardonada con el Premio Mariano Aguilera?

No, hay otras más. Pero me sorprendió que ella obtuviera los primeros premios, tres veces, en los primeros años del certamen. Además me llevó a preguntarme sobre la presencia de otras mujeres en este listado como Eugenia Mera de Navarro, América Salazar, Carmela Esteves y María Saenz. A posteriori hay otras más conocidas como Germania Paz y Miño, Araceli Gilbert, Marcia Vasconez, Mariella Garcia y Paulina Baca. Lo curioso es que hay un mayor número de mujeres ganadoras en los primeros años del premio.

¿Qué encontraste sobre su perfil?

Cuando inicié su búsqueda empecé a hurgar en sus archivos, en su familia. Supe que es de Quito y que se ganó los premios que mencioné. Estudió en la escuela de Bellas Artes de Quito. Es pionera del feminismo. Parece una artista plástica, pero su trabajo la destaca como escultora. Lo curioso es que otras mujeres de la época también lo hacen con la misma técnica, en una época en que los desnudos son cuestionados por el conservadurismo. Ella hace una defensa en esos años sobre este género.

¿Qué hay de los desnudos que la convierten en pionera del género?

Ella gana con un conjunto de yeso que no ha sido identificado aún, lo mismo hace con el premio de 1919, pero en el de 1920 ella resalta con una obra de dos desnudos, uno de estos es un torso de una mujer que es sumamente llamativo. 

¿Existen otros trabajos de importancia?

Sí, es más, esta investigación no está cerrada. Al contrario, esta semana encontré una nota del periódico El Comercio del 24 de mayo de 1924 , donde se hace una referencia de alto relieve sobre un boceto que se iba a incorporar como parte de la estructura de la Rotonda, donde están Simón Bolívar y San Martín. Un trabajo que empezaba a proyectar, pero que no se concretó porque no consta más información en los archivos municipales. 

¿Por qué la historia la ha invisibilizado?

Creo que el mundo del arte es un sistema que también obedece a ciertas estructuras, y hay una que ha invisibilizado el trabajo de la mujer por muchos años. Pero no solo ha sucedido con sus trabajos, o los de otras mujeres, también sucedió con personas de escasos recursos. Yo creo que lo que le jugó en contra a ella fue el irse a vivir a Bahía de Caráquez, donde se casó, fue madre y dejó la práctica artística, pero no la gestión y el apoyo cultural.

¿Qué historiadores la tuvieron presente?

Cuando estuvo activa importantes historiadores del arte escribieron sobre ella, como José Gabriel Navarro e Isaac Barrera. Luego Jorge Salvador Lara, cronista de Quito, también la mencionó en sus reseñas. Son menciones acotadas, esporádicas. De hecho, el listado en el que la hallé era de Hernán Crespo Toral; él la menciona en un listado para una exposición de 1965 sobre el premio Mariano Aguilera.

¿Qué sucede con ella cuando se muda a Bahía de Caráquez?

Era una época en que allí habían varios medios escritos y era bastante reconocida por estos. Pero al salir de Quito le jugó en contra el relato centralista que contribuyó al olvido de su memoria también. Pero en Bahía de Caráquez desarrolló actividades de gestión de apoyo a la cultura, a los niños, fue parte del Club Rotario.

¿Por qué resalta su trabajo de escultora de figuras de la política?

Son encargos y su labor coincide en momentos en que se están renovando las ciudades; hay un proyecto para configurar ciudades modernas. Ya esto se gestaba desde antes de la creación de la Escuela de Bellas Artes porque habían escasas esculturas y desde 1900 el Estado empieza a hacer una inversión para crear monumentos cívicos. En medio de esta inversión, y como parte de la nueva generación de artistas que ejecutaban el nuevo arte nacional moderno, es que la convocan.

De su obra sobre la efigie del General Eloy Alfaro, ¿qué encuentra?

La idea en esa época ya no era hacer un arte colonial porque se estaban despegando y justamente la Revolución Liberal va a jugar un papel clave en el que, de alguna manera, se tiene que proyectar un nuevo modelo de nación y para ello se necesitaba crear imágenes nuevas, por eso la preocupación en crear a Eloy Alfaro, quien llama a la creación de la escuela de Bellas Artes y de insertar a las mujeres en esa escuela.

Como curadora, ¿qué le atrajo de su trabajo?

Me llama la atención ella como personaje, pero artísticamente, sin duda, su obra más lograda es el monumento de Francisco de Orellana, inaugurado en 1923, porque pienso que la base está sumamente bien tallada y elaborada. Es un monumento bastante expresivo, pero también siempre ha estado ahí y me llama la atención, quizás , porque es una cosa afectiva, ya que soy guayaquileña.

¿Qué la llevó a bautizar la muestra como Escrito en bronce?

Porque a pesar de que ha estado escrito su nombre en las esculturas ha sido una artista que creó monumentos que son lugares de memorias que están hechas para recordar y perennizar personajes, y a pesar de eso, su nombre ha pasado desapercibido por la historia. Entonces va por ahí el ejercicio del nombre de la obra.  

La exposición estará abierta de lunes a domingo, en la sala Multifuncional del MAAC, en Malecón y Loja, desde las 11:00. La entrada es libre para los visitantes. (I)

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