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El Telégrafo
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La obra ganó los fondos concursables del ministerio de cultura 2013 para el fomento de las artes

Matapalo, la expresión de la cultura montubia se manifiesta en el cuerpo

La propuesta se ha presentado en varios escenarios de la costa ecuatoriana. En 2015 se llevaría al exterior. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo.
La propuesta se ha presentado en varios escenarios de la costa ecuatoriana. En 2015 se llevaría al exterior. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo.
18 de agosto de 2014 - 00:00 - Jessica Zambrano Alvarado

El Matapalo es un árbol originario de la Costa. Tiene grandes raíces en la tierra que se extienden como garras. Intenta dominar la vida de otros hasta asfixiarla y anclarse en la tierra, como base de todo, en un solo cuerpo. Así eran los  Sangurimas, los montubios de la costa ecuatoriana que describe José de la Cuadra en el libro que recibe el mismo nombre.

Para José de la Cuadra, el Matapalo era el símbolo del pueblo montubio, “el pueblo montubio está sembrado en el agro, prendiéndose con raíces como garras. El pueblo montubio es así como el matapalo, que es una reunión de árboles, un consorcio de árboles, tantos como troncos”.

Sin embargo, este árbol capaz de destruir la vida de otros para sobrevivir, también es un símbolo del movimiento, de la expresión de arte más antigua de la humanidad. “Acaso alguna danza siniestra”, se preguntaba el autor en su libro para hacer hincapié en las curvas que toma el tronco de este árbol. 

Mónika Cuesta, coreógrafa y directora de la programación de danza del Teatro Centro de Arte, ha intentado compaginar una propuesta coreográfica contemporánea con fragmentos de la realidad montubia. Con esa intención presenta un proyecto al Ministerio de Cultura, con el cual logra ganar los Fondos Concursables para el fomento de las artes en noviembre de 2013 y entre enero y marzo de este año monta con el cuerpo de ballet del Teatro Centro de Arte y bailarines de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), coreógrafos, lo que en un inicio se llamaría Danza Contemporánea montubia. En el proceso de investigación tomó el nombre del símil que utiliza José de la Cuadra, Matapalo C.A.   

Esta obra combina los elementos coreográficos con música y audiovisual. Cada pieza se integra a una muestra sobre las tradiciones de las poblaciones que radican en las orillas del río Daule y Babahoyo. La temática se repite en los movimientos de los 6 capítulos que componen la coreografía.     

La primera escena es una representación de la masa de agua que unifica la vida, ‘Yo soy el río’. La segunda tiene de personaje principal al Cristo Negro, una figura religiosa que se celebra cada mes de septiembre sobre el río Daule.    

Le sigue ‘A orillas del río’, un registro de todas las actividades observadas por el equipo de investigación en las poblaciones a las que se aproximaron.    

En la cuarta escena aparece una propuesta antropológica. En ella, 2 bailarines se enfrentan simulando una pelea de gallos. La intención, según cuenta la directora de este proyecto, Mónika Cuesta, es reflejar la importancia del gallo para el gallero. “Esta (la escena) piensa al gallo como una extensión de su dueño, es como un superhéroe montubio”, relata Cuesta.  

En el cierre de la obra aparece una garza macho que se enamora de una lechuguina, una propuesta arbitraria a la naturaleza y el momento más dulce del montaje. Así, se abre paso la escena de Matapalo.

El trabajo de Matapalo C.A. se encuadra con la música de Víctor Andrade, integrante de Niñosaurios, a pesar de que el proceso de composición coreográfica y musical se hizo por separado.   

Con la multimedia los riesgos se repiten. Cristina González, egresada de la carrera de Comunicación Audiovisual y Multimedia de la Casa Grande, es la creadora de la pieza audiovisual que en ocasiones distrae al público de la propuesta escénica. “Mónika me decía qué hacer en cada escena, íbamos a determinados lugares a ver con qué nos encontrábamos, fue así como descubrimos a las lavanderas, hicimos el contacto con la familia y dijeron que ese miércoles lavaban la ropa y podíamos ir. Queríamos representar algo que no es cercano a nosotros”, comenta González.    

La obra se ha presentado en las poblaciones en las que se realizó la investigación, y según comenta Cuesta el público ha reaccionado bien. Las quejas que recibe en las encuestas, que pide completar una vez terminada la función, son respecto a cómo los espectadores se distraen con el video, pero reconoce que es parte del proceso para llegar a un público con una propuesta innovadora de danza contemporánea.   

“Al ser una puesta en escena que refleja una realidad cultural llega a la fibra del público, no tiene que dirigir intelectualmente lo que está viendo, no requiere ese proceso de analizar. Tampoco es algo superficial, pero llega sin necesidad de tanta digestión”, comenta Cuesta sobre la obra que espera llevar al exterior en 2015.      

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