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Los viajes del viento: persiguiendo al acordeón entre Europa y América

Se dice que la forma básica del acordeón fue inventada en Berlín en 1822 por Friedrich Ludwig Buschmann.
Se dice que la forma básica del acordeón fue inventada en Berlín en 1822 por Friedrich Ludwig Buschmann.
Foto. Valentina Uribe / El Telégrafo
25 de marzo de 2018 - 00:00 - Valentina Uribe. Corresponsal en Berlín

El acordeón, uno de los instrumentos más representativos e importantes para la música Latinoamericana, es un perfecto ejemplo de los complejos procesos de intercambio cultural que han tenido lugar entre Europa y América.

El acordeón es visto en Latinoamérica como algo tan propio de nuestra cultura como el maíz y tan nuestro como el idioma español. Sin embargo, al igual que el español, el acordeón no solo es originario de Europa, sino que al arribar a nuestras costas se vio transformado de muchas maneras.

Re/construyendo al acordeón
“El acordeón fue diseñado primero como un instrumento para afinar órganos”, afirma Sergej Makarenko, director del Centro del Acordeón Brusch en Berlín.

A comienzos del siglo XIX el acordeón no lucía como lo hace hoy sino que se veía como una armónica. Los organistas sostenían con una mano la dulzaina junto a su boca, tocaban en ella una nota y, con la otra mano, presionaban las grandísimas teclas del órgano y hacían maromas frente a este para afinarlo. Para simplificar este proceso, a la armónica se le fue agregado un fuelle arcaico, el cual era maniobrado con el pie. Los músicos tenían ahora ambas manos libres para afinar el órgano.

“Para ese entonces ya existían los instrumentos musicales que conocemos hoy; la guitarra, el violín, el piano, ya existían”, dice Makarenko. “El acordeón fue creado como un accesorio, como elemento de ayuda para esos músicos. Es, entonces, un instrumento extremadamente moderno. Los intentos por crear lo que hoy conocemos como un acordeón surgen entonces cuando los músicos reconocen el potencial sonoro que esta armónica rústica con fuelle de pie tenía.”

Aunque se afirma que la forma básica del acordeón fue inventada en Berlín en 1822 por Christian Friedrich Ludwig Buschmann, existen registros que muestran que ya existían en otros países –como Inglaterra, Rusia y Francia– diferentes variantes del acordeón.

El doctor en Historia de la Universidad de Aberdeen, Camilo Alfonso Torres Barragán, afirma que “a pesar de que la patente del instrumento fue finalmente firmada en Viena en 1829 y le pertenece al Vienés Cyrill Demian, podemos ver que distintos intentos de acordeones existían anterior a esta fecha en otros lugares del continente.”

“El acordeón y sus variantes como la concertina y el bandoneón son productos de la Revolución Industrial europea”, dice el historiador.

“No es un instrumento ancestral y milenario como la percusión. Podemos localizarlo en el Sheng Chino, que también funciona bajo el principio de la lengüeta, un importante antecedente para la creación del acordeón, pero la construcción de este requiere de un estilizado proceso industrial, de máquinas de precisión para procesar y cortar la madera que solo existían en la Europa del momento”, concluye Torres.

Vientos europeos en tierras americanas
El caso de la llegada del acordeón a América es mucho menos claro y documentado. Existen mitos alrededor de la pregunta de cómo pasa el acordeón el océano Atlántico. Algunos afirman que los primero acordeones llegaron al continente por Argentina enviados allí directamente por la empresa acordeones del sur de Alemania, Höhner.

Pero esto es una explicación tan poco plausible (y tan nacionalista) como la versión del Caribe Colombiano que cuenta que dicho barco perdió su rumbo en mitad del océano y después del naufragio, una sola caja fue impulsada por las olas hasta las costas del Caribe.

“Aunque es imposible comprobar la veracidad de estos mitos, ellos hacen parte de lo que constituye la cultura y la idiosincrasia del acordeón en nuestro continente. Estos mitos son formas mágicas de explicar la historia y el porqué de este objeto cultural que pareciese estar fuera de lugar en Latinoamérica”. Estos relatos son muy importantes y valiosos porque también nos revelan los mecanismos ficcionales de la historia.

No existe un registro claro de cuándo y cómo llega el acordeón al continente, pero es indudable que su inmersión en Latinoamérica está ligada con las olas de migración europea de la segunda mitad del siglo XIX.

La llegada del acordeón al sur del continente puede rastrearse por las migraciones relacionadas el empobrecimiento de Europa y creciente necesidad de mano de obra que existía en Argentina.

Por el lado del Caribe puede decirse que lugares como Barranquilla tenían uno de los más importantes puertos del continente. Era una ciudad rica en comercio y muy cosmopolita, donde a finales del siglo XIX se habían asentado muchas familias europeas, así que lo más probable es que el acordeón haya llegado a Colombia gracias a una de estas familias.

Sergej Makarenko, quien además es un músico virtuoso, afirma que “con solo este instrumento se puede viajar por todo el mundo”. Aquello implica que el acordeón –a diferencia de otros instrumentos como la guitarra– produce además de notas y tonos, también melodías y cadencias.

Visto de esta manera, un acordeonista hace las veces de una banda completa y puede así, acordeón al hombro, tocar un show en cualquier parte. Pero no solo es la complejidad material del instrumento y su fácil portabilidad lo que lo ha hecho un producto global y nómada.

El acordeón se presta también para tocar cualquier clase de ritmo desde polca hasta swing, jazz y merengue. Esto hace que sea un instrumento multifacético que carga consigo mismo la historia musical de muchas culturas nómadas de Europa y las mezcla con ritmos y sonidos de América.

El sonido nos une de manera transnacional. “A través del estudio cultural del acordeón hemos encontrado que la música de Latinoamérica es una mezcla. Es decir, que lo que nosotros conocemos o leemos como autóctono es una mescolanza de culturas, sonidos y ritmos provenientes de diferentes lugares geográficos”, resalta el experto.

Este es el caso de la cumbia, la cual en su base es conformada por un acordeón europeo, una percusión africana y un conjunto de guacharacas indígenas. “El acordeón hace evidente algo que no es siempre reconocido y es que la cultura es una red”.

Es interesante ver cómo el acordeón ha viajado también de regreso a Europa para transformar los procesos de producción. “La cultura del acordeón en Latinoamérica ha sido tan fuerte y ha tenido tal importancia que Höhner, la marca más importante de acordeones del mundo, tiene una línea diseñada específicamente para el mercado de Latinoamérica”.

Estudiar el acordeón es entrar en un viaje que va de ida y vuelta. “Estamos viviendo actualmente un resurgimiento de la cumbia”, dice el melómano José Fernando Andrade. “En muchos lugares de Europa, la cumbia se ha convertido en el ritmo más solicitado por las audiencias”. (I)

Höhner, la marca más importante de acordeones del mundo, tiene una línea diseñada para Latinoamérica. Foto: Valentina Uribe / El Telégrafo

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