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Los sonidos de Mesías Maiguashca ocuparán el CAC

El compositor adelanta que los asistentes al concierto –que será gratuito– podrán moverse por distintos lugares.
El compositor adelanta que los asistentes al concierto –que será gratuito– podrán moverse por distintos lugares.
Foto: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
12 de enero de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

El compositor ecuatoriano Mesías Maiguashca (1938) ha volcado su trabajo en experimentar con  sonidos  electrónicos –que se producen con generadores– y concretos –que se hacen a partir de objetos que ya existen en la naturaleza y que pueden ser registrados con micrófonos o usándolos como si fueran instrumentos–.  

A partir de estos dos sonidos, el músico dará la noche de hoy, a las 19:30, un concierto acusmático-octofónico en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) al que denominó El sonido de las cosas.

El evento –en el que se presentarán tres de sus composiciones– será gratuito.

La octofonía implica que el sonido que se escuchará provendrá de ocho fuentes sonoras que estarán alrededor de los asistentes. Así, el resultado acústico será esférico.

Este método se conjugará con la música acusmática  –la cual usa altavoces– en la que no habrá intérpretes, como si al frente del oyente le pusieran un telón que no le permitiese ver de dónde provienen los sonidos. Al no haber una identidad física, uno deja de saber de dónde viene el sonido. El interés de la música acusmática es que se cierren los ojos y se abran los oídos. 

Tras concluir uno de los ensayos previos al concierto –en compañía del artista Fabiano Kueva–, Mesías Maiguashca dice –en uno de los patios soleados del CAC– que en este concierto mezclará ambos conceptos para que el oyente sea quien interprete las fuentes sonoras. “El sonido de un auto, por ejemplo, se puede transformar en el de un clarinete. Hay un trabajo donde usted empieza a trabajar activamente sobre la interpretación del sonido”.

El concierto presentará tres composiciones diferentes del músico. La primera utiliza elementos de metal, “que usted podría llamar chatarra. Yo he agarrado varias varas de metal y las he sonorizado. Estos elementos de metal pasan a ser una especie de instrumento y, con ellos, se construye un lenguaje sonoro”, dice Mesías.

Esta pieza se denomina ‘El nagual’ y se relaciona con los escritos del peruano Carlos Castaneda, cuyo trabajo hace una descripción vívida del sonido y de la luz.

La segunda pieza será  electrónica –a diferencia de la primera, que será física porque se tocarán elementos de metal–. “Con un científico francés  pusimos esos modelos (sonidos físicos) en un computador, de tal manera que al tocar una tecla del ordenador se creaban sonidos similares, pero que no eran los mismos”.

Esta pieza indagará en lo que está por debajo del sonido, de la subconsciencia. En esta composición el músico hará un paisaje de instrumentos no conocidos, pero modelados a través de los instrumentos de metal. “Se crean sonidos particulares, especiales, que los escucho como si fueran parte de un zoológico de  hace dos siglos; ruidos de animales particulares, pájaros que no conozco”. ‘Del agua y sus espíritus’ será la tercera pieza y es el resultado del trabajo que Mesías ha hecho anteriormente: grabar los ruidos del agua y dejar que se expresen.  Este paisaje acústico se complementará con los sonidos de acordeones que sonarán como ‘espíritus’.      

Archivos de sus composiciones
A sus 80 años, Mesías Maiguashca, con tono relajado y un aire animoso, cita a Borges para justificar uno de sus más recientes proyectos: “la gente suele morirse”. Consciente de que cuando se muera su legado no tendrá el mejor destino, ha decidido anticiparse a ese suceso: ha ordenado unas 100 composiciones suyas que están en su archivo privado y que tienen formato digital.

“Lo interesante sería archivar todo centralmente en algún lugar, como se ha hecho con el archivo de Luis Humberto Salgado, pero eso no es posible, no hay  interés alguno de las instituciones”, comenta Mesías, quien para solventar esta falta de interés ha elaborado archivos parciales con 50 obras suyas que serán vendidas a instituciones. Cada una de ellas estará documentada por una partitura, su grabación acústica y un pequeño comentario. La primera copia será donada a Pablo Guerrero, quien maneja el Archivo Equinoccial de Música Ecuatoriana. (I)

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