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Los editores de cine local se forman entre la música

Los editores de cine local se forman entre la música
23 de mayo de 2012 - 00:00

“Primero en 1998 edité Ratas, ratones y rateros; y claro que ser músico ayuda a un editor, porque hay mucho ritmo de por medio y esa película sobre todo tiene una edición musical, por así decirlo; hay muchísimo ritmo dentro de la edición de esa película”, señala el cineasta Mateo Herrera, quien actualmente inició la posproducción de su filme de ficción Tinta Sangre y está dándole los acabados en sonido a su documental Resonancia. Su buen amigo Iván Mora Manzano, editor de “Crónicas”, “Que tan lejos” y “Prometeo Deportado”, coincide con él porque ambos son músicos, ahora cineastas y antes editores de cine.

Para Mora Manzano, cuyo primer largometraje “Sin otoño, sin primavera” se encuentra en la etapa final de la mezcla 5.1 y del online para proyección digital, el cine y la música se llevan muy bien. “Son cercanos como hermanos.

Scorsese cita a Kubrick cuando dice que el cine más potente proviene de la combinación de música e imagen. La música tiene la capacidad de lo emocional-irracional que ayuda a la imagen a llegar a otra dimensión formal”, añade.

Herrera recuerda que él es músico no profesional, toca la guitarra desde los 12 años y desde antes de trabajar en “Ratas, ratones y rateros” ya tenía una banda, El Retorno de Exxon Valdez, y 10 cortometrajes propios, universitarios y proyectos personales. Sin embargo, la experiencia en el filme de Sebastián Cordero y verlo al director involucrado en la edición fue  lo que motivó a Mateo Herrera a dirigir su primer largometraje “Alegría de una vez” en 2000 y estrenarlo en 2002.

Desde entonces musicaliza sus filmes -exceptuando el documental “El Comité”-: “Alegría de una vez”, con música suya y de otros grupos de rock como Mamá Vudú y el argentino El Otro yo, para “Jaque” fue también el sonorizador y en “Impulso” -Gran Premio Flechazo del Festival de Toulouse en 2009- trabajó con Juan José Luzuriaga por 10 meses en el sonido.

Ha tenido, además, una buena amistad y coincidencias con Iván Mora Manzano, quien con un piano musicalizó, aparte de encargarse del sonido, el corto “Mala Sangre”, que Herrera realizó paralelamente a “Ratas, ratones y rateros”. Mora Manzano también aportó con música original para “Impulso” y aunque se dio un preacuerdo para que Herrera lo ayudara con la música de “Sin otoño, sin primavera”, esto no se dio.

Herrera y Mora Manzano juntos integraron la banda Norman Bates. Para el primero, su interés por el cine viene siempre desde la música y para el segundo, le “ha ayudado mucho la música para entender el tiempo cinematográfico.

El cine no lleva un “beat”, pero sí tiene figuras (motifs) que se repiten, evolucionan y forman algún orden progresivo emocional: eso es el ritmo”. Mientras Mora Manzano piensa en géneros musicales al editar, Herrera acota que “el trabajo de edición de cine, aunque visual por así decirlo, se parece bastante al de composición de música electrónica:  la manipulación del sonido y de las imágenes dentro de la computadora es algo parecido a lo que se hace con la música electrónica, con los loops”.

El actual reto de Herrera es un trabajo absolutamente musical, (aunque no tiene música), el documental “Resonancia”. Ese filme lo editó con Amaia Merino, conocedora excepcional de la música y la teoría musical; y con Juan José Luzuriaga desarrolla la importante “musicalización” que en realidad es la manipulación del sonido directo en un trabajo sobre la construcción de una guitarra.

Pablo Gordillo, un amigo que trabaja con Herrera desde “Alegría de una vez”, es el editor de “Tinta Sangre”, y mediante la banda de música electrónica experimental que ambos tienen, llamada Historias de Robots, pondrán música al filme porque hay todo un concepto que va perfecto con el tipo de propuesta musical en la que están inmersos.

Iván Mora describe su película “Sin otoño, sin primavera” como una balada punk. Cuando trabaja de editor usa mucha música de referencia provisional. “Es una conversación creativa sobre el porqué de la música y el sonido, pero también mucho trabajo de prueba-y-error”, explica. En “Con mi corazón en Yambo” hizo música y edición.

“Yo edité esa película durante un intenso año, y cuando llegó la hora de hacer la música, la composición fluyó como catarsis para sacar a flote todos los sentimientos que me producía la película”. Defiende su gusto por los trabajos en colaboración y en “Sin otoño, sin primavera” elaboró las composiciones originales en piano y para banda de rock.

El grupo lo integran Juan Fernando Andrade en la batería y su hermano Alfredo Mora en el bajo/guitarra; él toca la guitarra. En la película también utiliza temas originales acústicos del compositor y filósofo “guayaco” Juan Carlos González -otro compositor de música original para “Impulso”-, que se grabó especialmente para esta apuesta cinematográfica.

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