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Está postulada para ser parte de la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de unesco

La marimba: El color de un sonido que rompe fronteras

El grupo o conjunto de marimba es conocido como “marimberos”. Se conforma con dos marimbas, un bombo, un cununo, un guasá (sonajero) y un coro de voces. Fotos: Cortesía INPC
El grupo o conjunto de marimba es conocido como “marimberos”. Se conforma con dos marimbas, un bombo, un cununo, un guasá (sonajero) y un coro de voces. Fotos: Cortesía INPC
02 de diciembre de 2015 - 00:00 - Javier Valencia. Especial para EL TELÉGRAFO

La Región Costera del Pacífico Norte de Sudamérica devela entre la espesura de su vegetación una gran variedad de identidades y culturas, pero con más cosas en común que disparidades o desencuentros, y cuando se habla de las culturas afrodescendientes, esas diferencias se esfuman en los ecos de la marimba y sus cantos, tanto como los límites que sus naciones delimitan.

Estos saberes y expresiones compartidos y la preocupación para su conservación y salvaguardia, motivó que entre diciembre de 2013 y febrero de 2014, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y el Ministerio de Cultura de Colombia elaboren en conjunto los contenidos para presentar la candidatura binacional de las ‘Músicas de Marimba, Cantos y Danzas Tradicionales de la Región del Pacífico Sur Colombiano y la Provincia de Esmeraldas de Ecuador’ para que esta sea incorporada en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de Unesco.

En la ficha de Registro de Patrimonio Cultural Inmaterial, emitida por el INPC, aparece una breve descripción de la marimba como “la unión, acontecida en algún momento de la historia, de tres tipos de marimba de 8 teclas existentes en distintas partes de África”. La idea inicial de unión, acontecidos, ubica en la interrogante de ese momento histórico, de ese encuentro, seguramente celebrado con fiesta y danza, luego del éxodo de millones de africanos desarraigados de su tierra.

Y del encuentro se dio lugar a la celebración, a carnavales suscitados en cada descubrimiento de esos otros, que ahora en esta nueva tierra verde, resultaban más cercanos y semejantes; con la necesidad de incorporar al festejo sus sonidos, como llamando con nostalgia a su tierra, desarrollaron con 24 láminas chontao pambil y tubos de guadua como resonantes, un xilófono ensamblado con la madera que su nuevo hogar brindaba, la marimba.

Cantos como los ‘alabaos’, los chigualos y arrullos en Esmeraldas, forman parte de nuevas formas de religiosidad de tradición cristiana.

Este piano de mar se acompaña de más percusiones, como el bombo y el cununo, el guasá y un coro de voces, que invaden con aire musical el espacio para “expresarse en danzas cuya forma refleja la resistencia de los ancestros esclavizados al control de su cuerpo, espiritualidad y pensamiento”, de acuerdo a la reseña que hace el INPC para el registro. En suma, la marimba representa más que la habilidad de quienes la construyen o la pericia de quienes la interpretan a dos o cuatro manos, sino que también es el testimonio emancipador de una cultura históricamente violentada “esos sonidos patentizaron la emancipación del intelecto acimarronado”, escribe Juan Montaño en su texto ‘A ritmo de Marimba’, publicado en la revista Ecuador Terra Incógnita.

La iniciativa conjunta de Ecuador y Colombia para formular un expediente conjunto se cristalizó a través de un taller llevado a cabo en diciembre de 2013, en la provincia de Esmeraldas, con cerca de 50 representantes de las comunidades de ambos países, involucrados con la conservación, interpretación, enseñanza e investigación de esta práctica ancestral.

Prácticas como la que consta en la postulación a Unesco, en la producción audiovisual ‘Los Guardianes de la Marimba, el cununo y el guasá’ que retrata las tradiciones en torno a la marimba y los rituales sagrados, como el arrullo a San Martín de Porres, que en 1963 realizó su primer milagro en esa zona, se pone en evidencia la presencia de un área cultural, un lugar en común de donde las prácticas y expresiones entre los pueblos afro de Esmeraldas y Nariño adquieren una similitud que deshace las nacionalidades.

Históricamente el ritual sagrado cristiano conectado con la marimba fue adoptado por el pueblo afrodescendiente con el pasar del tiempo, para luego adoptar y evaluar las revelaciones del cristianismo que a su vez “como ha sucedido con la mayoría de expresiones culturales negras y mulatas, la marimba y sus ejecutantes (…) ha(bía)n sido demonizados”, dice Rafael Antonio Díaz en una publicación de Universitas Humanística.

Entre las principales preocupaciones sobre la posible pérdida de esta manifestación cultural se encuentran ciertos factores como: los procesos de modernización, urbanización creciente de la región, pérdida de autonomía territorial, tendencia a convertir esta manifestación en objeto de mercado y en consecuencia, perder su arraigo en la ritualidad cotidiana, cuestiones que demandan de mayor atención para su desarrollo dentro de parámetros técnicos que deben manejarse para conservar las prácticas originales. (F)

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