Shimura Shimpachi, Abel Nigthroad y Devimon, fueron algunos de los personajes de ánime y de las diversas series televisivas japonesas que inspiraron a cientos de jóvenes de Quito, Ambato, Cuenca y Guayaquil a participar de la convención Otaku Toyobareru, llevada a cabo en el centro de Arte Contemporáneo (CAC) durante este fin de semana. Fueron tres días de jornadas extenuantes. Las actividades de los aficionados a la cultura japonesa se convirtieron en las plataformas de representación de esta naciente cultura urbana en el país expuesta al público.

La comunidad Otaku, formada en Quito desde 1994, se mostró en dichos actos lúdicos. El show, que cuenta con el apoyo del Municipio de Quito y la Fundación Museos de la Ciudad, reúne actividades como concursos de karaoke, proyección de ánime y espacios para jugar videojuegos.

Es preciso explicar que el término Otaku se emplea popularmente en Japón como sinónimo de persona con aficiones obsesivas y se aplica a cualquier tema o campo ("otaku de la música", "otaku de las artes marciales", "otaku de la cocina", etc.).

El origen está relacionado con el interés obstinado por algo, pero, como también pasa con otros términos, suele emplearse de manera despectiva en el país nipón, de la misma manera que en Occidente se emplean adjetivos como friki o nerd. Fuera de Japón se usa especialmente para los seguidores de ciertos productos de cultura popular japonesa, en especial al ánime, manga o cosplay.

En el país este es un fenómeno que va ganando adeptos cada vez más jóvenes. Durante los tres días de convención fueron diariamente casi tres mil los visitantes que llegaron hasta el CAC para ser parte del sinnúmero de actividades planificadas para integrar a los muchos seguidores de la cultura japonesa.

Según Juan Fernando Yépez, propietario de la tienda online Anime Paradise, de 30 años y seguidor de las representaciones japonesas, esta afición actualmente se ha convertido en uno de los pasatiempos preferidos de adolescentes de entre 12 y 17 años. Lo explica: se sienten atraídos por las diferentes actividades que conlleva ser un otaku, es decir, la posibilidad de practicar cosplay (uso de disfraces) es una de las actividades que más atrae a los adolescentes que están iniciándose en este novedoso hobby.

La tienda Anime Paradise lleva funcionando dos años  que, a decir de Yépez, han sido intensos y demandantes debido al considerable aumento de seguidores de este pasatiempo.

Series como Mazinger Z, Supercampeones, Festival de los robots, entre otras, fueron las que marcaron la infancia y adolescencia de Juan Fernando y por ello decidió materializar su gusto por esta cultura a través de su negocio, que se especializa en conseguir series de ánime, manga, geeemu (juegos), música y todo tipo de productos que provengan de esta afición.

La industria alrededor de esta cultura ha proliferado, pues los seguidores son cada vez más no solo en el país, sino alrededor del mundo.

En el país aún son pocas las tiendas especializadas en ofrecer música, vestuario, accesorios, videojuegos otaku, es por ello que aprovechan cuando hay este tipo de eventos para poder ofrecer sus artículos a la mayor cantidad de público, así lo dijo Alexandra Altamirano, propietaria de Animek, tienda ambateña que lleva algunos años en el mercado de esta ciudad.

Los trajes y demás accesorios que se necesitan para la caracterización de cada uno de los personajes de cosplay pueden llegar a ser muy costosos, es por ello que la mayoría de chicos que practican esta actividad han optado por confeccionar por sí mismos sus trajes, es decir, son ellos los que diseñan, cosen y arman el vestuario del personaje que han seleccionado para caracterizar.

Ese es el caso de David Casares, ambateño de 20 años de edad, estudiante de la Universidad Técnica de Ambato que dedica su tiempo libre al cosplay. Según explica David, para elaborar el complejo traje de “Devimon” ha reciclado ropa vieja, cartones y demás materiales reutilizables que le han permitido construir un traje muy similar al de su personaje de la serie Digimon.

David lleva cinco años practicando este hobby que se ha convertido en una actividad importante en su vida. Explica que a través de este gusto por la cultura otaku ha podido conocer a muchos amigos con los que comparte esta afición japonesa a la que considera como un arte que permite expresar nuevas maneras de entender la realidad.

Hatsune Miku es el personaje de un programa digital sintetizador de voz, que le ha permitido a Melany Montenegro descubrir su pasión por el cosplay. “El cosplay para mí es creatividad y un espacio en el cual mi imaginación surge, porque debo encontrar los accesorios o fabricarlos por mí misma para poder completar el atuendo de mi personaje”, afirma.

Melany señala que algunas partes de su atuendo fueron confeccionadas en el país, pero que la gran mayoría de sus accesorios fueron hechos por ella misma. Dentro de la cultura otaku, la música es también un elemento importante, porque es el complemento de las series de ánime, manga y demás géneros que integran el movimiento otaku.

La banda quiteña Shinigami ha logrado fusionar diversos elementos del Japan Pop, Rock, Metal y sonidos ecuatorianos que han dado como resultado un estilo muy particular.  

Shinigami, según explican dos de sus integrantes, es una de las primeras y de las pocas bandas nacionales que le han apostado a este género musical. Mencionan además, que a nivel nacional es un poco complicado tocar en escenarios públicos, debido a la serie de trabas y permisos que se requieren solo por hacer un estilo musical diferente del canon impuesto.

La convención culminó sus actos el domingo con gran afluencia de asistentes. Padres y familiares de los participantes en la pasarela cosplay demostraron su apoyo por este hobby de sus hijos. Los organizadores del evento, Zona Otaku XD, cerraron la jornada de actividades resaltando que tener una concurrencia de tres mil visitantes por día muestra un interés que se masifica.