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Javier Vásconez desde la línea imaginaria

El escritor en su ambiente natural rodeado de libros.
El escritor en su ambiente natural rodeado de libros.
Foto: Archivo / El Telégrafo
07 de julio de 2019 - 00:00 - Redacción Actualidad

La geografía de un autor ayuda a ubicarlo en una dimensión que puede ser espacial o imaginaria. Javier Vásconez, el escritor del mundo, ha sido analizado desde la óptica de una académica francesa, Anne-Claudine Morel. En el libro Escribir sobre una línea imaginaria analiza su universo literario.

¿Por qué una catedrática del otro lado del Atlántico se interesa en su obra? Morel es profesora titular en el departamento de Estudios Hispanoamericanos de la Universidad de Niza y está especializada en literatura latinoamericana y de Ecuador.

La académica pretende entender ¿por qué un autor como Vásconez no es reconocido a nivel global? Plantea varias hipótesis: debido a las redes del mundo editorial, o por qué en la literatura ecuatoriana no hay un trabajo sobre él, o simplemente cómo escribir desde una línea imaginaria.

Según la crítica, Vásconez habla de Ecuador como un país imaginario, lo dibuja y desdibuja a lo largo de todas sus novelas y cuentos.

Morel recalca que el autor en sus obras reinventa la identidad nacional, sacude el país de los estereotipos y lo mira con ojos de un extranjero. Un ejemplo concreto: la multitud de ciudades, países y continentes en los que actúan sus personajes, que son apátridas, vuelve más compleja la definición de cualquier identidad, subraya.

Vásconez sostiene que Ecuador es el país de la línea imaginaria y argumenta: “A veces he llegado a pensar que Ecuador no es un país, sino una línea imaginaria, cuyo nombre fatídico y abstracto se lo debemos a los geodésicos españoles y franceses del siglo XVIII”.

La crítica explica que para Vásconez el nombre del país es una fatalidad y una suerte, puesto que el nombre de Ecuador contradice la noción de frontera, de línea invisible que delimita los contornos del territorio.  

¿Por qué? Una línea imaginaria no define el margen de una nación, pero Vásconez, a través de la ficción, escapa de lo incómodo que le resulta vivir en una nación en la que la literatura existe a duras penas, subraya la académica.

Ella dice que el autor de Angelote, amor mío, publicado en 1982, no niega la realidad geográfica de Ecuador, sino su invisibilidad. Una invisibilidad en cuanto a prestigio literario, difusión y divulgación de obras, agrega.

Pero esa metáfora del país invisible puede entenderse de otra manera: como una estrategia para revelar una perspectiva nueva sobre la literatura y la producción cultural en general de un pequeño país en el sentido geográfico, político y cultural, señala.

O así Vásconez llama la atención sobre sus obras que han sido comentadas en artículos y ensayos en Latinoamérica y España.

Morel subraya dos elementos: la escritura relacionada con el espacio donde se elabora y la metáfora de la línea imaginaria, le permiten a Vásconez borrar los límites de una geografía nacional que encerraba sus textos en un espacio simbólico de impedimentos y restricciones. Pero, al mismo tiempo, ese recurso le habilita para crear un nuevo paisaje, dice.

En su libro sobre Vásconez también hay una extensa entrevista con él.  En ella se refiere a varios temas, pero los más interesantes son la crítica y el circuito editorial.

Sobre el primero, el autor de El viajero de Praga señala que un buen comentario crítico, no en el sentido de la vanidad y el halago, es como la prolongación de la obra de un escritor y del arte de leer. “Ayuda a ver al reverso de las cosas, sobre todo cuando el crítico se fija en los detalles”, dice Vásconez.

Para él las instituciones culturales parecen “insensibles, ciegas e indiferentes a los cambios ocurridos en estos últimos años”. Las acusa de quedarse en los treinta.

Por “ignorancia o inanición muchos siguen aferrados a los mismos valores de siempre, en apariencia temen descubrir y promover a otros escritores. Sentencia: “tienen una especie de adicción por ciertas ideologías y por la pobre estética de la literatura social”. (I)

Datos
Minibiografía  
Nació en Quito, vivió y estudió en Inglaterra, Italia, España, Francia y Estados Unidos. Fue editor y director de Ediciones Librimundi. En 1990, con su libro “El hombre de una mirada oblicua” ganó el Premio Joaquín Gallegos Lara.  

8 novelas ha publicado desde 1996 hasta 2016: “El viajero de Praga” es su obra más famosa.   

Comentarios sobre sus obras
Sus libros han sido comentados en artículos y ensayos de escritores de Ecuador, Cuba, Estados Unidos, Argentina, México, España y Colombia. Ha sido jurado en varios premios internacionales.

Su libro 'Línea imaginaria. El universo literario' de Javier Vásconez. La autora es la docente francesa Anne-Claudine Moral.

Su libro
Línea imaginaria
El universo literario de Javier Vásconez. La autora es la docente francesa Anne-Claudine Moral.

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