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El pasillo, ese género que rasga el alma con sus palpitantes versos

Julio Jaramillo, quien cumple años el 1 de octubre, es el máximo exponente del pasillo moderno.
Julio Jaramillo, quien cumple años el 1 de octubre, es el máximo exponente del pasillo moderno.
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01 de octubre de 2020 - 07:00 - Isabel Hungría

El pasillo es ecuatoriano y punto, dijo furibundamente, como para que a nadie le quedara un resquicio de duda, el compositor guayaquileño Carlos Aurelio Rubira Infante (+) en una entrevista.

Así zanjaba el compositor de pasillos como "Guayaquileño madera de guerrero" y "Esposa" cualquier controversia que pudiera haber sobre un género que ha horadado, partido y embriagado el alma de los ecuatorianos.

Y como no es de recibo contradecir a un autor clásico de febriles pasillos (quiero que seas feliz mientras yo viva y que no tengas ni un dolor siquiera),  convengamos en que no está lejos de la verdad: el pasillo, o al menos el que ahora conocemos como tal, es ecuatoriano.

El pasillo en realidad llegó de Europa a Venezuela en el equipaje de cientos de inmigrantes que cruzaron el Atlántico. Surge como un ritmo de baile con las bandas de música militares que llegan bajo el proceso de Independencia.

En esa época, reseña Jorge Núñez Sánchez, su estructura musical recordaba más bien el vals europeo, pero no tuvo mayor acogida en la cosmopolita Caracas, quizá porque su problemática de ciudad despersonalizada no daba cabida a sensiblerías o sentimentalismos, o porque quizá la influencia caribeña inclinó a los caraqueños más a la música de raíces africanas.

Continuó su periplo y pasó por Colombia, en donde alcanzó una talla consagratoria de la que quedan inolvidables recuerdos.

Como era de suponerse, el pasillo pasó la frontera, se contagió con el alma de los paisajes ecuatorianos y se empapó de su espíritu entre sentimental y romántico, entre emotivo, alegre o melancólico.



Se dice que el escritor, poeta, fabulista y traductor Rafael Pombo (Bogotá, 1833 - 1912) fue uno de los primeros visitantes que trajo el pasillo desde su país, pero los primeros cultores de Ecuador fueron los músicos del Conservatorio de Quito. En los registros consta que el primer pasillo de Ecuador data de 1870, y se titula "Los Bandidos", de autoría de Aparicio Córdova Negrete.

Con el advenimiento de la Revolución Liberal se hizo popular, de ahí que no fuera un accidente que los revolucionarios liberales que iban hacia la Sierra y combatían el régimen conservador cantaran pasillos. De esos efluvios surge la primera canción protesta del país: "Yo quiero la igualdad"  (ya que la suerte es común en el punto de partida: ¡si todos son iguales en la muerte, todos sean iguales en la vida!), interpretada  por el dúo Rodríguez Pacheco.

En la consultoría Validación del pasillo como Patrimonio Cultural de Ecuador, de 2012, aparece el tema de su etimología. Octavio Marulanda cree que es una derivación de la palabra española paseíllo, que designa un aire festivo popular. Es decir no sería una consecuencia, como se creía, del diminutivo de la palabra "paso", por "pasito", sino más bien de "paseo".

Para el folclorista y escritor Wilman Ordóñez, la característica del pasillo en cuanto a su compás es de tres-cuatro. La temática general que utiliza el tres-cuatro, sobre todo en las letras del pasillo, tiene que ver con lo que se considera un cuadrátula: amor-dolor-cariño-pérdida. Es decir, desarraigo. El género del desarraigo por excelencia.

La territorialidad sonora del pasillo en general abarca Ecuador, Colombia, Costa Rica, Venezuela y Panamá. Pasillos puede haber en otros lados, evidentemente, pero donde se habla de este género se habla, irremediablemente, de Ecuador. 

Ingresa en el siglo 19 en tonalidad menor y se interpreta sobre todo el de la Costa, que es de mayor velocidad en el tiempo musical y sirve para el baile porteño y regional, que está compuesto por tonalidades mayores.

El pueblo se empodera del pasillo durante la Revolución Liberal y este baja a las calle, dejando así de ser un canto elegante para convertirse en una pieza que refleja anhelos, frustraciones y deseos.

Finalmente el pasillo termina convirtiéndose, como diría Jorge Núñez Sánchez, en una canción para llorar ausencias, desahogar infortunios y maldecir destinos.

Es decir, el pasillo queda imbricado a los ritmos cantineros o rocoleros que no tienen los valores estéticos, musicales ni literararios que tuvo a inicios del siglo XX. Sin embargo de ese pasillo de cantina surgen algunas voces extraordinarias.  



No se puede hablar del pasillo sin mencionar a ese bohemio y prolífico intérprete, el guayaquileño Julio Jaramillo (1935), en cuyo homenaje, por decreto ejecutivo n. 1.118, se declaró en 1993  al 1 de octubre, día de su cumpleaños, como el Día del Pasillo ecuatoriano. El Ruiseñor de América grabó innumerables discos en todos los géneros, participó en coproducciones fílmicas y su nombre está arraigado a la memoria nacional. 

El 17 de octubre de 2012, el Ministerio Coordinador de Patrimonio, el Ministerio de Cultura y el Instituto Nacional de Patrimonio Nacional, iniciaron el proceso para declarar al pasillo como patrimonio cultural del Ecuador, por considerar que es la “música que identifica a los ecuatorianos”.

"Nuestro Juramento", "Rondando tu esquina", "Tú y yo", "Sombras", "Ángel de luz", "Sendas distintas", "El aguacate", "Mis flores negras", "Romance de mi destino", "Invernal", "Manabí", son solo algunos de los pasillos que entibian cotidianamente el alma de los ecuatorianos. Y sus más célebres representantes: Julio Jaramillo, Los hermanos Miño Naranjo,  Gonzalo Benítez Gómez, Nicasio Safadi, Carlos Francisco Paredes Herrera, Carlos Aurelio Rubira Infante, Segundo Garcero, Fresia Saavedra, Hilda Murillo. 

Como diría la cantante y poeta Margarita Laso sobre el pasillo: es una de esas voces que reconocemos y reconocemos como voces nuestras.  



Para Jannet Alvarado, compositora cuencana, el pasillo es el realismo mágico del Ecuador. "No hay fiesta en Ecuador que no termine con pasillos, claro que eso puede estar determinado por el núcleo social o económico. El pasillo es el realismo mágico de nuestro país: 'querer y no querer al mismo tiempo'" (escuchar con rubor pasillo en ambientes  que huelen a Chanel).

De cualquier modo, en cualquier lado, a cualquier edad, feliz día entrañable pasillo, género que rasga el alma con sus palpitantes versos.  

Fuentes: Alejandro Pro Meneses, Wilman Ordóñez, Jorge Núñez Sánchez, Juan Carlos Morales. 

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