Dentro de una postal citadina, del relato inmóvil y fijo de una ciudad, se abren las posibilidades infinitas de la fotografía urbana actual. En este tipo de imágenes hay construcciones híbridas constituidas a partir de lo instantáneo y la diversidad de lecturas entre realidades que se construyen y se cruzan. El espacio público dicen René Jara y Hans Stange en la ‘Imagen total’ es un “espacio de disputa por la instalación de sentidos hegemónicos sobre la interpretación de lo real”.

“La fotografía no es una forma de retratar la realidad, es una mímesis, una ficción que aprovecha los recursos que están frente a la cámara”, dice Ricardo Bohórquez, fotógrafo guayaquileño independiente y uno de los fundadores de la plataforma GY-ON. Esta se plantea como un espacio para la discusión y la promoción de diversas actividades en torno a la fotografía, “pensando en que en Guayaquil no existe mucha actividad al respecto a pesar de ser la capital de la publicidad y también básicamente de los canales, pero nadie piensa la imagen”, dice Bohórquez.

Esta semana, en el marco de la búsqueda en torno a la ciudad y sus imágenes se presentó ‘Calle nuestra’, un proyecto planteado por el colectivo mexicano Encontraste que a través de otras agrupaciones fotográficas, como GY-ON en Guayaquil, y Paradocs, en Quito, reúne una serie con autores que utilizan o no una cámara para registrar una composición de la interacción urbana.

En un espacio que se escapa de las proyecciones formales del arte, se presentó en Guayaquil, el pasado jueves, una recopilación con 50 fotos seleccionadas de las ciudades de México DF, Pachuca, Caracas, Guayaquil, Quito, Sao Paulo, Recife y Buenos Aires.

Ytalo Barreto, uno de los fotógrafos participantes con su proyecto visual sobre Recibe, en Brasil, dice que en su fotografía busca el movimiento, la libertad, lo espontáneo, nada que esté montado para ser fotografiado y combina elementos sobre la verticalidad de la ciudad y los contrastes con el poder, desde los espacios públicos y privados.

‘Calle nuestra’ es importante para Guayaquil porque trae una mirada que permite ver la relación de las personas con lo privado y lo público. “Estamos todo el tiempo reconstruyendo el espacio público y con la fotografía hay todas las posibilidades de hacerlo; cuando ves una imagen de vendedores y gente en el espacio público ya reaccionas frente a lo que podría ser tu propio espacio público”, dice Bohórquez.

Carlos Vaca, otro de los fundadores de GY-ON, comenta que a través de ‘Calle Nuestra’ se busca concentrar las miradas distantes y a la vez plantear una reflexión.

Para Bohórquez, Guayaquil, en particular, se ha vuelto unidimensional en cuanto a la revisión de la fotografía cuando “hay todo tipo de fotografía y cada una tiene un esquema técnico, unas teorías que generan que tengas una lectura distinta”.

En el proyecto que presentaron el pasado jueves, las fotografías están hechas por personas con cámaras grandes, pequeñas o un móvil, “la idea es hacer una instantánea, sin composición; una publicitaria tiene un guión; la fotoperiodística tiene una historia que está en todas las mentes, sabemos cómo leerla porque hemos visto fotografía fotoperiodística todo el tiempo. La imagen fotográfica, sus conceptos van cambiando con el tiempo en nuestra cabeza. No son estáticas, hay que buscar formas de sorprendente y captar tu imaginación”, dice Bohórquez.

“La fotografía de vida diaria nos descubre los matices verdaderamente extraordinarios de la vida ordinaria al retratar a personas excepcionales en su anonimato; las particularidades culturales y sociales de un lugar determinado; las fiestas, los juegos de luz en donde la nada reemplaza a la banalidad informativa. Esto es, para mí, el verdadero pulso de la vida con los matices propios de cada fotógrafo”, dice Jesús Quintanar, un fotoperiodista que desde hace más de 20 años y que tras revisar su archivo laboral descubrió que sus imágenes favoritas son aquellos atisbos inesperados, en el ínter de las coberturas.

De acuerdo a los integrantes de esta plataforma, uno de los objetivos que se plantea con este tipo de muestras es empezar a generar eventos, espacios y repensar respecto a la imagen y sus lecturas.

Bohórquez considera que en Guayaquil se ha impartido una educación memorista respecto a lo visual, en la que poco se ha discutido una enseñanza sobre su lectura, “la educación textual tampoco ha planteado muchas interrogantes, hay que detenerse a leer imagen partiendo de lo poco que nos han enseñado a leer texto”, dice. (I)