Ecuador, 25 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

“Al Zur-ich” pone al barrio en la ruta de la reflexion estética

“Al Zur-ich” pone al barrio en la ruta de la reflexion estética
28 de septiembre de 2013 - 00:00

Con la misma convicción  de hace once años, cuando un grupo de artistas plásticos empezó a  generar arte desde  espacios no oficiales en la capital, concluyó ayer el XI Encuentro Internacional de Arte Urbano “Al Zur-ich”, organizado anualmente por el Colectivo Tranvía Cero.

“Al Zur-ich” es un espacio que conjuga diversas propuestas que van desde el performance, las intervenciones audiovisuales, los archivos memoria, entre otros, pero con el objetivo de crear una dinámica artista-comunidad basada en  un acercamiento directo  con el público.

El mecanismo de participación es presentar previamente los proyectos y tras ser aprobados, cada artista tiene aproximadamente dos meses y medio para montar su obra con la ayuda de la gente del barrio.

Once años han transcurrido desde que inició esta aventura. Por ello, el eje temático de su última edición   fue “Arte y Comunidad”, a fin de evaluar el recorrido del encuentro.

Temas como “Políticas culturales”, “Arte y activismo”, “Prácticas artísticas, pedagogía y educación” se desarrollaron en varias ponencias.

Una de las más interesantes fue el de “Cultura Viva Comunitaria. Autonomía vs. Institucionalidad”, en la cual participaron artistas, gestores culturales e investigadores nacionales e internacionales, como Alexandre Santini (Brasil), coordinador del laboratorio de Políticas Culturales de la Universidad Federal de Río de Janeiro y miembro de la Secretaría Técnica Temporal de la Plataforma Puente Cultura Comunitaria-Latinoamérica.

La cita fue en la Casa de Cristal, en la calle 24 de Mayo, en Quito; y uno de los integrantes de Tranvía Cero, Carlos Vizuete, hizo de moderador.

Reivindicar el barrio como espacio público y artístico

A las 17:30 arrancó la primera intervención, a cargo del artista escénico Esteban Ruiz, quien en nombre de La Karakola, Casa de convivencia artística, habló de la experiencia que como colectivo ha  desarrollado en cerca de dos años.

Esteban fue preciso en cada frase. Sus ideas partieron de lo sencillo y abarcaron temas medulares. Empezó haciendo un recuento de La Karakola. “Inicialmente nos juntamos tres personas por una necesidad artística, nada planificado, pusimos un taller de títeres y otro taller de plásticas, y a partir de eso las cosas empezaron a funcionar. La gente del barrio comenzó a acercarse, los vecinos preguntaban, hasta que un día presentamos una obra, prácticamente improvisada. Luego se sumaron compañeros artistas y ahora somos seis los que generamos permanentemente las actividades”.

Esteban habló sereno, pausado, pero con la firmeza de quien ha cosechado, día a día, el esfuerzo de un trabajo permanente. “Empezamos a generar comunidad en el espacio público porque creemos que ese debe ser el punto de encuentro: nuestro barrio. Y ese compartir lo hacemos con seres humanos a los que no consideramos un objeto de estudio académico, sino que vemos en ellos lo que son: nuestros vecinos, nuestros hermanos”.

“No consideramos al ser humano como un objeto de estudio académico, sino como nuestro vecino”Esteban considera importante para el desarrollo del artista, el contexto social en el que  vive. En el caso de La Karakola, ubicada en el tradicional barrio San Marcos, en el Centro Histórico, esto tiene una repercusión ineludible. “Nosotros nos alimentamos de ese contacto diario con la gente y eso es lo que nos permite seguirnos desarrollando. Mucho depende de cómo se considere a esos niños que llegan de la escuela, a esa trabajadora sexual que trabaja a media cuadra de nuestro local, a ese delincuente que sube corriendo de la Marín. Sí, habrá  algunos que se asusten, pero ese es nuestro sector de trabajo”.

Bajo esos parámetros, Esteban explicó que su colectivo no ve el arte como un objetivo, sino como una herramienta, un medio, un proceso. “En ese sentido somos artistas políticos porque creemos en los procesos. Manejamos la horizontalidad en nuestros trabajos, son los vecinos que nos ayudan a cargar las sillas, los que nos traen canguil, chupetes. Nosotros no cobramos un centavo en ninguna de nuestras presentaciones. Hemos llegado a un acuerdo con los grupos, nos manejamos con el parámetro del trueque, el intercambio”.

Exigir a lo “público” las garantías necesarias

Por su parte, la directora de la Fundación Museos de la Ciudad, Ana Rodríguez, felicitó al  encuentro por ser, según ella, el único espacio de la ciudad, y quizá del país, en donde se ha logrado un tipo de organización que se ha sostenido aun en la inestabilidad, y que ha logrado reformularse permanentemente.

Explicó que su intención era dar elementos para debatir cómo trabaja la institución sobre lo comunitario y cómo ciertas políticas pueden articular una serie de iniciativas que desborden lo institucional. “Todos sabemos que en la ciudad hay un déficit de políticas públicas, a pesar de que ha habido un montón de intentos, porque lamentablemente no ha  sido un proceso  de debate ciudadano sino un proceso exclusivo de gestores culturales”.

“La autonomía tiene que ver más con tener claro qué  se le demanda a lo público, saber exigir”Rodríguez indicó que un elemento clave en este proceso de políticas distritales es romper con un cierto modelo clientelar de contratación y producción de eventos, el cual ocupa un gran porcentaje de los recursos públicos municipales. “Esa es la parte negativa. Pero, por otro lado, hay una parte muy propositiva que tiene que ver con la pregunta de cómo se construye la participación de la cultura, cómo se consolida la democratización de bienes y servicios culturales. Es decir, el fortalecimiento de lo público desde las iniciativas ciudadanas”.

La directora explicó que estamos en un proceso de construcción y de generación de nuevos modelos de gestión. “Creo que la autonomía tiene que ver más con tener claro qué se le demanda a lo público. Es decir, si no me afecta contenidos, si no me limita, si no me impone una agenda, entonces sí. Trabajar juntos es de algún modo exigirle a lo público las condiciones que tiene que darme”.

Nuestra Patrona de la Cantera

De los cientos de  proyectos que han pasado por el encuentro “Al Zur-ich”, este es, sin duda, uno de los más representativos en cuanto espacio público y vínculo directo con la comunidad.

La idea, que nació del artista y docente cuencano Fernando Falconí (mejor conocido como Falco), fue presentada en la edición de 2008. El proyecto se desarrolló con un sector de trabajadoras sexuales en la ciudad de Quito.

“Les propuse la elaboración conjunta de su propia Santa, Virgen o Patrona. Mi función fue propiciar el acercamiento y la aceptación de ellas hacia el mismo, pues no asumí el rol de un artista autónomo o de un creador unidireccional, sino de un catalizador, un mediador entre ellas como generadoras de sus propios contenidos. También se hizo, con y desde ellas, una oración de fe correspondiente a esta imagen”.

La configuración de esta Patrona se realizó basada en las propuestas de las trabajadoras sexuales de cómo deberían verse en sus rasgos faciales y en su aspecto corporal, vestimenta, entorno e iconografía.

Luego de un taller impartido por el artista, se generó un boceto de la imagen, siendo las trabajadoras  sexuales las autoras intelectuales y emocionales. “Con esta imagen y datos referenciales diseñé diversas figuras femeninas en Photoshop. Cuando estas propuestas digitales fueron revisadas por ellas, se entregó aquella que finalmente aceptaron como la más representativa, a un pintor realista para que la plasmara en óleo sobre un bloque de piedra. Posteriormente se tomó una foto digital de este cuadro para realizar un tiraje de miles de estampitas: en su anverso se reprodujo la Patrona y en su reverso se imprimió su oración”.

Pero la propuesta no quedó ahí. “Falco” explicó, a través de un video, que la imagen pintada al óleo de Nuestra Patrona de la Cantera, se la colocó en el lugar que ellas escogieron: el cabaret Danubio Azul, uno de los principales lugares de trabajo de las mujeres que participaron. “Más allá de lo simbólico y contextual de esto, mi interés es también el deslocalizar este sitio donde se ubicó la imagen, a través de las estampitas y los afiches impresos de esta representación.

Estas impresiones son repartidas actualmente de forma gratuita; los afiches, básicamente en casas de citas o lugares de trabajo sexual femenino. Las estampitas son regaladas al mayor número posible de trabajadoras sexuales de Quito y de todo el Ecuador, tanto en casas de citas como en la calle”, puntualizó el artista.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media