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El artista visual dijo que Mayra Estévez, Amanda Páez y María Fernanda Cartagena serán asesoras

“Queremos marcar una nueva era en la administración de cultura”

Miguel Alvear. Profesión: Artista visual, cineasta y promotor cultural.  Cargo: Asesor de  Secretaría de Cultura de Quito.  Experiencia: Curador en MAAC, director de proyectos OchoyMedio. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
Miguel Alvear. Profesión: Artista visual, cineasta y promotor cultural. Cargo: Asesor de Secretaría de Cultura de Quito. Experiencia: Curador en MAAC, director de proyectos OchoyMedio. Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
24 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Miguel Alvear es un artista visual que por años ha trabajado de cerca con Mariana Andrade, la nueva secretaria de Cultura de Quito. Fruto de esa alianza es Blak mama (que llegó a exhibirse en la Bienal de Venecia) y el documental Más allá del mall, que habla de las producciones locales de bajo presupuesto que circulan en circuitos de cine no convencionales. Ahora, su cercanía con Andrade lo ha llevado a convertirse en el segundo al mando en la Secretaría de Cultura de la capital.

¿Qué encontraron al llegar?
Las condiciones de trabajo no son las óptimas para el personal, hay hacinamiento, pues la Secretaría comparte espacio con el Ministerio de Educación. Pero más importante es que el uso proselitista de las actividades de la Secretaría ha sido perjudicial en muchos niveles. Lo reconoce la misma gente que trabaja aquí. Hay promotores culturales que nos han dicho que sus funciones iniciales se han ido desvirtuando y que han perdido mucha de la influencia cultural que tenían en el territorio.

¿Los pusieron a hacer política?
Sí, y ese es un problema ético. El uso de los fondos públicos para hacer proselitismo político es algo a lo que nos hemos acostumbrado en Ecuador. Pero no es correcto.

¿Los gestores y artistas han venido a visitarlos?
Lo primero que hizo Mariana fue abrir las puertas para que todos sepan que estamos aquí. Hemos invitado a gestores culturales y artistas para que hagan propuestas que nos permitan realizar, a pedido del Alcalde, algo parecido a ‘Agosto mes de las Artes’, proyecto que la gente recuerda con cariño.

¿Con quiénes trabajarán?
Primero queremos entender cómo funciona cada lugar, con qué lógica, con qué personas. Luego veremos cuáles son las mejores opciones. Vamos a implementar concursos para puestos clave. No es cuestión de poner a la gente a dedo. Solo sabemos quiénes serán los asesores cercanos: Están Mayra Estévez,  Amanda Páez, María Fernanda Cartagena y yo. Las direcciones del Centro Cultural Metropolitano y del Centro Cultural Benjamín Carrión están vacantes.

¿Se están mudando?
A la Factoría del Conocimiento, un edificio de La Recoleta donde opera la Secretaría de Emprendimiento y el programa Conquito. Nos parece el lugar perfecto, pues está entre el norte y el sur, es amplio y tiene magníficas instalaciones. Salir de aquí es una señal simbólica: Queremos marcar el inicio de una nueva era en la administración de cultura de la ciudad. Habrá talleres con gente de diversos sectores de la sociedad: arquitectos, diseñadores, representantes barriales, para soñar con una ocupación del espacio dinámica, sin jerarquías. El primer taller desembocará en otro que nos permita crear la nueva política cultural de Quito.

Se dice que la cultura es un gasto. Más si se trata de cambiarse de edificio. ¿Han considerado eso?
Sí. Pero también es costoso estar en un espacio que operativamente no es el adecuado, con un personal desmotivado, que no se siente bien tratado, con el que no se puede establecer formas de comunicación directa. Eso cuesta en eficiencia.

¿Qué proyectos planteados por la anterior administración se mantienen y cuáles no?   
Este año hay que trabajar con un presupuesto prorrogado y hemos encontrado que una buena parte del presupuesto ya está gastado. Nos toca hacer alianzas con la empresa privada y otras entidades del Municipio para ver qué podemos mantener y qué proponer. Hay proyectos como ‘Quito Verano’, –que son parte de una ordenanza municipal– que deben continuar, al igual que la agenda anual de los Museos. La Velada Libertaria cuesta $ 400 mil, se lleva buena tajada del presupuesto, habría que repensarla o hacerla menos costosa. También debemos evaluar la Fiesta Q. Los eventos grandes deben ser co-gestionados, pues la Secretaría no puede hacerlo sola, y tampoco es su competencia.

¿Qué pasará con Cultura Viva, que se desarrollaba en los Centros de Desarrollo Comunitario (CDC)?
Un acta de la Fundación Museos lo da por terminado, por decisión de la administración anterior. Nos parece un programa positivo que hay que revaluar y dar continuidad. Pero los CDC no están, como se podría pensar, bajo la jurisdicción de la Secretaría, sino de las administraciones zonales. Algunos han funcionado bien y otros han tenido motivaciones políticas y han generado más conflictos que beneficios.

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