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Oswaldo Viteri, reivindicado

Los ensamblajes del artista nacido en Ambato se nutren de lo popular, del mestizaje, de los retazos de las culturas andinas y, a su vez, son ejercicios conceptuales que dialogan con la antropología.
Los ensamblajes del artista nacido en Ambato se nutren de lo popular, del mestizaje, de los retazos de las culturas andinas y, a su vez, son ejercicios conceptuales que dialogan con la antropología.
Fotos: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
23 de junio de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Los trabajos neofigurativos de Oswaldo Viteri, así como sus ensamblajes, litografías,  trazos gruesos en tinta sobre papel, sus piezas en diálogo con la obra de Camilo Egas o sus pinturas en gran formato compuestas con música clásica de trasfondo, forman parte de una pequeña pero trascendental muestra que se exhibe actualmente en la galería de su hija Ileana.

Esta exposición fue montada a manera de homenaje luego de que Ileana Viteri visitara –por tres ocasiones– el reinaugurado Museo Nacional (MuNa), donde se presenta una de las obras más significativas de su padre, “Ventana de luz”, cuadro en el que resuena el arte povera.

Aquel trabajo de Oswaldo Viteri está expuesto en el último piso –y al fondo– del MuNa, en la sala que corresponde al arte moderno ecuatoriano, en donde hay piezas de Mauricio Bueno, Estuardo Maldonado o Aníbal Villacís.

 Ileana Viteri acompañaba a su padre desde niña en los recorridos que él hacía por distintos pueblos del país. Ella reconoce que la obra de Oswaldo ha dialogado con el arte pop, con el arte povera y también con el arte oriental y el zen.

Aunque a Ileana el primer piso del MuNa le pareció “interesante” por el diálogo que sintió entre las piezas arqueológicas con  el arte colonial, republicano y moderno, todo cambió mientras avanzaba en su visita.

Del tercer piso donde se exhibe “Ventana de luz”, Ileana dice: “El cuidado desaparece y la desprolijidad abunda. Las distancias entre un cuadro y otro son de 10 cm, no hay respiro. Tienes al lado de donde está la obra de mi papá una caja roja de los bomberos. Todo está atiborrado y nada dialoga con nada. En varios cuadros expuestos siento que había compromisos más de amistad que de cualquier otra índole”.

La profesora de arte y galerista salió indignada y triste del MuNa las tres veces que lo visitó –la primera vez fue sola, la segunda con sus alumnos y la tercera con su madre–, a tal punto de que hace más de dos semanas pidió audiencia con el ministro de Cultura, Raúl Pérez Torres, para que retiraran la obra de Oswaldo Viteri del museo.

El universo de lo popular, la religión, la tauromaquia, el folclor andino, las guerras y el uso de materiales austeros  –como las lonas o las gasas– son las bases esenciales de las que se nutren las piezas plásticas de Viteri.

“No para que la reubiquen, porque eso significaba quitarle el espacio a alguien más, no iba por ese camino. Solo pedía que lo retiraran porque mi papá se merece un mejor espacio. No quisiera que gente que vaya al museo y  desconoce el arte ecuatoriano,  descubra de ese modo a mi padre. Es una ofensa”.

Diálogos entre Viteris
Luego de esa desafortunada experiencia, Ileana decidió armar una muestra –que la hizo sola y en un día, motivada por el afecto y admiración hacia su padre, y por su compromiso con el arte local– que repase los momentos clave en la trayectoria de Oswaldo Viteri, quien hoy será homenajeado en la galería (Camilo Destruge N24-633 y Francisco Salazar, esquina),  a las 11:30.

La primera obra a la que el espectador se enfrentará al entrar a la galería es un óleo sobre tela que retrata a una indígena y que recuerda a las representaciones respetuosas, casi místicas, que Camilo Egas hacía del indigenismo.

Luego, dos cuadros en gran formato de tonos oscuros dan cuenta de las grandes pasiones plásticas y vitales de Viteri:  el primero es una tinta sobre papel que recrea la embestida de un toro, animal que aparece triunfante; y el segundo es un ensamblaje sobre madera llamado “Coro negro de voces blancas”, hecho con arpillería, muñecas de trapo, soga, gasa y lino. 

Dos cuadros de tonos púrpuras, terrosos, ponen en evidencia el discurso crítico del artista y su afición por la música clásica: uno trata sobre la guerra y el otro fue pintado mientras la reconocida violinista estadounidense Hilary Hahn interpretaba una pieza de Antón García Abril.

 Varios trabajos neofigurativos –sobre todo la serie de cabezas y de Cristos– están desplegados por toda la galería, así como algunos bocetos de desnudos y litografías.

Cerca de 31 piezas de Oswaldo Viteri están expuestas, de las que destacan sus ensamblajes, quizás su obra más enérgica, rupturista, en la que el artista recupera desechos, materiales austeros, como lonas, y los resignifica en términos estéticos y conceptuales. (I) 

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