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“La familia me impulsó a la música y a las artes”

“La familia me impulsó a la música y a las artes”
17 de abril de 2011 - 00:00

Mirella Minervini Lanata es la pianista residente del Instituto Nacional de danza Raymond Maugé Thoniel, que dirige su hermana, la balletista, maestra y coreógrafa Gioconda Minervini. Ha enseñado en la entidad, que cumplió tres décadas en 2010, por 20 años y fue contactada por la historiadora Jenny Estrada para hacerle llegar su currículo, historia y biografía como artista que fue incluida en el libro Herencia de Italia en Guayaquil. Mujeres destacadas. Dividida entre las presentaciones por contrato y las actividades culturales, la pianista y cantante saca tiempo para  sentarse y reflexionar sobre su ascendencia.

¿Cómo la ha beneficiado la cultura italiana de su familia?

Mucho, porque en ambas culturas hay cosas muy bonitas. Por ejemplo, de mi parte italiana he heredado lo  artístico, por lo temperamental que viene en la música; pero de la ecuatoriana, la parte humanista, esa calidez, delicadeza y espíritu de paz que nos caracteriza.

¿Ha seguido la música italiana en su hogar, en su familia?

Por supuesto. Mi padre era italiano nacido allá y llegó al país a los 9 años de edad y mi madre es hija de italiana, por lo que en mi casa se cultivaba mucho el aspecto musical, se ponía mucha música folclórica, también la nacional. Ambas  se las escuchaba porque precisamente, como hijos de europeos, siempre han sabido valorar el arte.

¿Por qué  tener una línea creativa entre música sacra y popular?

Originalmente comencé a cantar en Guayaquil en iglesias, pero profesionalmente en EE.UU. fui cantante en cinco idiomas. Aquí me hice más bien conocida desde un principio con la música sacra cantando el Ave María, las misas y mucha gente me conoció en la iglesia Santa Gema y tantas otras.

Conoce bien esos varios idiomas...

De manera general para nosotros siempre han sido muy importantes. Cuando estaba en Francia y estudiaba en el Conservatorio Europeo de Música, la conserje hablaba perfectamente el español, entonces es algo que me viene más que nada por costumbrismo familiar.

¿Cómo mantenía el equilibrio entre estudios formales y práctica de piano?

Pienso que también se lo debo a que nosotros vivimos en un período en donde había un poco más de tranquilidad y para la juventud había, hasta cierto punto, más comodidad para dedicarse... y más que nada al ambiente familiar, como siempre lo recalco. Incluso ahora como maestra, enfatizo que la educación del niño comienza con la educación de los padres porque si ellos saben cómo impartirla, los niños de manera natural se apegan a la preparación.

¿Cómo se desarrolla su carrera?

Normalmente me manejo por contrato, pero me gusta, dos o tres veces al año, organizar eventos de tipo cultural, más ampliamente. Ya tengo una fecha, aún por confirmar, para agosto en el Museo de la Música Popular Guayaquileña Julio Jaramillo Laurido; con otros músicos tendremos recitales en el Teatro Experimental del Centro de Arte, en  junio y noviembre.

¿Cómo llega a la docencia?

Cuando llegué a Guayaquil, después de mi beca de Francia, me enteré de que en el instituto había ya una partida para una pianista porque para las bailarinas clásicas se imparten clases y se ensaya con piano. El rector de esa época, Jorge Córdova, me recibió la carpeta, me oyó tocar, gustó de mi trabajo y aquí estoy. Son veinte años trabajando.

¿Tiene algún otro trabajo?

Normalmente  he trabajado mis clases como profesora de piano en el Teatro Centro de Arte, también con alumnos particulares. Hasta el año pasado laboraba en colegios particulares, como La Dolorosa, donde comencé a formar un coro y esperamos seguir con ese trabajo, a pesar de los cambios en la carga horaria.

¿Algún recuerdo de su infancia o de su herencia italiana la marca?

Lo primero que se me viene a la cabeza es mi abuelo materno, César Lanata, que cuando se metía al baño cantaba música italiana con una voz espectacular,  sin un afán de presumir, pero no tenía nada que pedirle a la de Pavarotti. Mi abuelo tenía una voz maravillosa, jamás cantó profesionalmente o en vivo, pero recuerdo la voz de él en la ducha, como escuchar a Luciano Pavarotti en vivo y en directo.

¿En lo profesional qué la ha impresionado?

Tengo muchas experiencias muy gratas, sobre todo cuando he participado para fundaciones. Y quizás  la más grata fue la que tuve en EE.UU. porque, siendo una artista desconocida, viniendo de un país latinoamericano como Ecuador, tuve el reconocimiento del Comisionado de Arte y Cultura del Estado de Florida. Él tuvo a bien concederme la Llave del Condado de Miami Dade y disfrutó de mi voz y lo que canté.

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