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El Telégrafo
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La mejor manera de celebrar a Marx es leerlo desde una perspectiva racial

En el imaginario de Marx, el hombre libre es un hombre blanco y es desde allí que el filósofo desarrolla su modelo de pensamiento económico y social.
En el imaginario de Marx, el hombre libre es un hombre blanco y es desde allí que el filósofo desarrolla su modelo de pensamiento económico y social.
Foto: European Pressphoto Agency
13 de mayo de 2018 - 00:00 - Valentina Uribe. Corresponsal en Berlín

En 1956, el pensador y poeta martiniqués y una de las principales figuras en el desarrollo del concepto de negritud, Aimé Césaire, se retiraba del Partido Comunista Francés (PCF). En su carta de renuncia, Césaire -quien fue alcalde de Fort-de-France y líder del PCF- decía sentirse decepcionado del uso que algunos marxistas y comunistas han hecho del marxismo y del comunismo.

Césaire criticaba el paisaje social de Europa del momento y los crímenes cometidos contra la humanidad en nombre del comunismo y, de manera precisa, cuestionaba los límites del marxismo dentro del marco racial del Caribe y las colonias.

Césaire concretizó esta inconformidad diciendo: “Yo he tratado de particularizar el comunismo y de hablar desde ahí del problema de las negritudes, lo cual los propios comunistas me reprochan. Ellos afirman que ese es mi racismo. Pero yo les respondería lo siguiente: Marx está bien pero nosotros necesitamos completarlo. La emancipación de las negritudes consiste en mucho más que una emancipación política”.

Existe un gran paso de Marx al marxismo y de la noción de comunismo que Marx imaginaba en su Manifiesto (escrito con Engels en 1848) a los modelos políticos intentados durante el siglo XX.

Sin embargo, el desencanto que sufrió Aimé Césaire con la materialización de las ideas de Marx puede leerse también como síntoma de una falla estructural presente en el pensamiento de Marx: el pasar por alto el hecho de que las estructuras económicas y de poder están estrechamente ligadas a una inconmensurabilidad racial. 

Daniel C. Barber, profesor de filosofía de la Universidad PACE, en Nueva York, dice que “la noción de Marx está atada a la idea de una liberación del sufrimiento que está centrada alrededor del trabajador. Esto por supuesto está enmarcado en términos de una guerra de clases. ¿Pero de qué manera puede esta idea explicar adecuadamente una liberación de un sufrimiento que es producido a través de la racialización?”.

Barber responde que “la base del sistema capitalista es construida a través de la esclavitud y continuar pensando la libertad y el sufrimiento en términos de clase es continuar dejando afuera de esta discusión dinámicas básicas de poder racial que continúan siendo evidentes y centrales en el capitalismo contemporáneo.”

Marx mostró que las estructuras económicas entran a determinar la relación del hombre consigo mismo y cómo el sistema global de capital -el cual es clasificado por el intercambio de bienes- solo puede ser sostenido en la medida en que más y más cosas se hagan intercambiables, es decir, se conviertan en moneda. Pero su análisis ignora el hecho de que el surgimiento del capitalismo también está ligado al comercio transatlántico de esclavos.

“El capital es catalizado por la violación del continente africano –afirma el filósofo Frank B. Wilderson III–, y este fenómeno no es central en el trabajo de Marx”. Más allá de ser un momento histórico, el comercio de esclavos creó una tecnología del pensamiento capaz de deshacer a un hombre (deshumanizarlo) y convertirlo a él (y no simplemente a su labor) en objeto de acumulación e intercambio.

Es por esto que Césaire afirma que el “sujeto negro es doblemente proletarizado y alienado, en primer lugar como trabajador, y luego como negro, pues antes que nada con lo que estamos lidiando aquí es con la única raza a la cual le ha sido negada la mera noción de humanidad”.

Es por esto que Frantz Fanon, estudiante de Césaire y reconocido por su trabajo exploratorio sobre la sicopatía de la colonización, argumenta que en los contextos coloniales “el análisis marxista debería extenderse siempre, pues la subestructura económica también es una superestructura. Allí la causa es la consecuencia: uno es rico porque es blanco y uno es blanco porque es rico”.

El ideal de hombre libre y trabajador no enajenado de su labor y su producto que plantea Marx, no abarca la realidad de un sujeto racial y colonizado. En el imaginario de Marx, el hombre libre es un hombre blanco y es desde allí que el filósofo desarrolla su modelo de pensamiento económico y social.

Pero si bien es cierto que no podemos exigirle a Marx una consciencia no-eurocentrista y blanca (pues, como él mismo nos mostró, la cultura es creada y estructurada por las condiciones materiales del hombre), en memoria de Marx podemos hoy –como indica Césaire– contribuir a completar el trabajo de Marx.

Aunque Marx ha sido muchas veces entendido como economista, importantes investigadores como Erich Fromm sostienen que su interés era principalmente humanista. La atención de Marx yacía no tanto en explicar las relaciones económicas como en indagar por la libertad del hombre y el desarrollo de su personalidad dentro del sistema económico.

Necesitamos continuar acercándonos a su trabajo desde una perspectiva racial y poscolonial que alce una y otra vez la pregunta: ¿Quién es un hombre? (I)   

Obra


El capital    


El filósofo alemán hace una crítica de la economía política. El libro fue publicado en 1867.      

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