La noche del sábado pasado, más de 700 personas asistieron al festival literario Kosmopolis en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, España, donde Werner Herzog, director de Fitzcarraldo o Aguirre, la cólera de Dios, habló de cine, durante la que fue su primera visita a la ciudad Condal.
Diez minutos antes de que Herzog se dirigiera a la audiencia, esta presenció 10 minutos del filme Teniente corrupto (Bad Lieutenant, 2009), donde el actor Nicolas Cage ríe poseído y alucina con una iguana bajo los efectos de las drogas. ¿Por qué usó al animal?
El cineasta relató: “Vi una días antes; no estaba en el guion y esa imagen entre inquietante y estúpida que dan me interesa, me gusta trabajar esa vertiente extraña de la creación”. Herzog ratificaba así el mito de que nunca trabaja con storyboards y sus películas son en muy buena parte improvisación, según una reseña del periodista Carles Geli publicada en diario El País.
Pero Herzog también dio cátedra: “Un director de cine ha de leer mucho; si no lo hace podrá serlo, pero mediocre; si no se sabe a fondo de una cosa no debería hacerse una película sobre ello”, dijo con tres libros (Akenaton, Rembrandt...), marcados, muy usados entre manos. (I)