Ecuador, 25 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Los policías analizan las sandalias de una nueva bachiller

Marjorie sale de su celda ataviada con un elegante vestido blanco, maquillada y con un peinado recogido y tieso por el espray. Sobre sus hombros lleva una capa azul brillante y en sus manos, una rosa roja y un birrete.

La joven está en una fila con otras 45 internas del Centro de Rehabilitación Social de Mujeres que culminaron el bachillerato. Marjorie se empina, levanta la cabeza y observa hacia el largo y polvoriento camino que conduce a los invitados desde la garita principal de la Penitenciaría, junto a la vía a Daule, en la periferia de Guayaquil, hasta la sala de espera.

Antes de entrar al sitio de la ceremonia -previo a los filtros de seguridad de acceso a la cárcel de varones- Marjorie quiere hallar a su madre para recibir unas sandalias de tacón alto y reemplazar los vetustos zapatos planos que usa a diario en el centro. Pero no puede.

Por un parlante se escucha su nombre y entra al salón avergonzada, con la cabeza ligeramente agachada. Su madre, quien ya está adentro, aplaude emocionada, sin saber que los zapatos que le llevó se extraviaron entre los colchones nuevos que entrarán a la cárcel de hombres, paquetes con bocaditos, fundas con regalos y kits de aseo.

Una funcionaria busca entre los bultos y le pregunta a quienes están cerca si vieron unas sandalias blancas; la respuesta siempre es no. Dos minutos antes del inicio de la ceremonia, la mujer se levanta victoriosa del suelo y eleva la rebuscada encomienda para que la interna se tranquilice. Marjorie se descalza mientras la funcionaria se acerca corriendo. Sin embargo, un policía impide el encuentro. “La encomienda debe ser revisada antes de entregarla”, le dice el agente.

Un oficial vestido de camuflaje analiza detenidamente las sandalias como si su visión pudiera traspasar la plataforma; les da vueltas una y otra vez, compara el peso de cada una con el fin de comprobar que no tenga oculto ningún objeto prohibido, por ejemplo droga.

La ceremonia empieza y Marjorie sigue con los pies desnudos sobre la helada cerámica. El oficial, con un movimiento de cabeza, autoriza la entrega de las sandalias y al fin la privada de libertad disfruta de su logro: ser parte de la primera promoción de bachilleres de la cárcel de mujeres de Guayaquil. (I)

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