Ecuador, 20 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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“La muerte anda a caballo” en la zona rural de Manabí

La madrugada del sábado de feriado de difuntos está más tensa que de costumbre; con desgano, el cliente de un hostal ubicado entre las comunas Puerto Rico y Las Tunas, al sur de Manabí, decide regresar en bus a Guayaquil porque debe trabajar el fin de semana. Son las 05:00. La oscuridad de este sector rural y montañoso de Manabí no permite ver nada al frente.

El cliente opta por no despertar a los administradores del hostal y salta el portón hacia la calle de tierra. Con ayuda de la linterna del celular camina 200 metros hacia la carretera E15 y espera el bus, que puntualmente suele pasar a las 05:30. Lo espera entre el ruido de los insectos y el canto de las lechuzas. La brisa que sopla desde el mar es eterna.

En las tinieblas se escucha el galope de un caballo. Los pasos del animal continúan por largo rato pero las tinieblas no dejan ver nada. De repente, a pocos pasos del viajero se pueden ver las siluetas del animal y su jinete. El caballo es gris oscuro y quien lo monta lleva ropa militar, pero su rostro es una calavera. La piel se le eriza. Un escalofrío recorre su cuerpo, pero valientemente sigue esperando.

Tres minutos después un auto plateado, brillante aún por lo nuevo, se detiene frente al hombre. La sangre se le baja a los pies. “Asalto seguro”, imagina. “¿A dónde va?”, pregunta el tipo del  asiento de pasajero del vehículo. El hombre responde: a Santa Elena. Pero no va a Santa Elena, va a Guayaquil. Miente. Lo hace para despistar, para no ser considerado un extraño. “Nosotros vamos a Santa Elena, suba”, ofrece. El viajero agradece el gesto y explica que espera a unos amigos que pasarán en unos minutos. El carro cierra el vidrio y se va.

El hombre respira. Son las 05:30, el bus no pasa. Toma el teléfono y llama a su esposa para acompañarse. Esa parte de la carretera, no obstante, carece de señal celular. Finalmente, llega el bus. Más allá, luego de cruzar un cordón montañoso de Ayampe, en la comuna La Entrada, a las 06:30, algo extraño vuelve a suceder. Un anciano tipo europeo, vestido con sombrero y traje de lino blancos, no muy común en la zona, sube al bus y se sienta junto al hombre. Su piel se vuelve a erizar.

Vuelve, entonces, la señal del celular y logra hablar con su esposa. Ella le confiesa que desde las 05:00 no se volvió a dormir porque sentía gran angustia, miedo a que algo sucediera. Le recomienda tener cuidado y le aclara que el personaje del caballo era la muerte, que era una advertencia. (I)

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