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El Telégrafo

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Metrovía, un sistema donde todos los días los usuarios se pelean

Usar el sistema de la Metrovía en Guayaquil se convirtió en un tormento y solo los más fuertes (de físico y palabra) pueden sobrevivir. Es el primer miércoles de marzo y las columnas para ingresar a uno de los articulados -en la Terminal Río Daule- llegan hasta la puerta de entrada. Han pasado 10 minutos y los buses demoran.

En el último vagón del bus los usuarios se “autoorganizan” en dos filas: la de la derecha para las personas que desean ir sentadas (quienes deberán aguardar varios minutos hasta quedar cerca de la puerta) y la de la izquierda para los que buscan ir rápido y no les importa ir parados y apretados.

Pero hace meses apareció -por decisión de un grupo de usuarios- “la tercera fila”, la de en medio, donde se ubican personas, más apuradas de viajar y no tienen reparos en empujar (y hasta insultar) para abrirse camino entre las dos columnas y entrar al articulado, que de por sí ya está colapsado.

Eso sucedió el miércoles 6 de marzo. Una señorita, de unos 25 años, y con el uniforme de un banco local, se metió en medio de las dos filas y quiso ubicarse en primer lugar, a pesar de que el bus ya se había ido. A escasos dos metros de la puerta, un señor de unos 60 años le cerró el camino y con fuerte voz le dijo: “respete la columna como todos lo hacemos... usted no es ni siquiera de la tercera edad para ponerse adelante”.

Lo que siguió fue una catarata de excusas de parte y parte. A pesar de que los usuarios comenzaron a protestar, la señorita no se movió y se quedó atrás del señor. El asunto continuó en el interior del bus. El hombre, como ingresó primero, se sentó y puso una bolsa a su lado para que se ubique su hija que venía a un lado, pero ese puesto lo ocupó la señorita con una maniobra rápida, a tal punto que el señor se paró para darle el asiento a su hija.

El sexagenario hombre cortó la discusión, miró a la joven y le dijo a una señora (sin verla) que estaba de pie: “cómo se ha perdido el respeto”. (I)

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