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Copenhague es parecida a la capital holandesa

Todos los turistas que viajan a Copenhague van en busca de la escultura de bronce de La Sirenita. Es el símbolo de esa hermosa ciudad de mar, fundada por vikingos y pescadores. Una ciudad que es una de las tres más ricas del mundo, llena de calles angostas y de canales. Se parece a Amsterdam y es tan abierta como la capital holandesa, pero es más íntima y pequeña.

La Sirenita fue esculpida por Edvard Eriksendel, e inaugurada en 1913, como homenaje a la bailarina danesa, Ellen Pric. Ella se hizo famosa porque protagonizó el ballet del cuento La Sirenita, escrito por el poeta Hans Christian Andersen. La estatua está en el muelle Langelinje y los visitantes hacen cola para mirarla y tomarse fotografías o selfies. Pero si te acercas más no entiendes por qué todos están allí. La Sirenita creció mucho en mi imaginación cuando buscaba los lugares imperdibles de la capital danesa.

Confieso que me decepcioné, pero me recuperé cuando visité la Ciudad libre de Christiania, el barrio hippie de Copenhague. Antes de entrar leímos varios anuncios: ¡Prohibido tomar fotos y grabar videos! ¡Este es un barrio autogobernado y libre! “Entre bajo su propio riesgo”. Esos letreros nos intrigaron bastante y pensamos que veríamos una versión de Woodstock, de esas que pasan los documentales.

Teníamos curiosidad por ver la vida de los daneses que consumen drogas blandas en esas calles, pero no encontramos a ninguno. Nos gustaron sus áreas verdes, sus huertos familiares y las casas de dos pisos con hombres sentados en sus portales. Es como vivir en medio de la ciudad pero en el campo. Al salir del barrio verde, como también lo llaman, nos topamos con un letrero: “Usted está entrando en la Unión Europea”. No nos sorprendió.

Seguimos en nuestra visita por la capital de esa monarquía parlamentaria y nos dirigimos al canal Nyhavn. Caminamos a lo largo de él y nos encantó, por sus casas de colores que dan la cara a los barcos y veleros. Allí tomamos un barco turístico para pasear hasta el anochecer. (I)

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