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La compra de útiles escolares, un trajín convertido en rutina

La compra de útiles escolares, un trajín convertido en rutina
02 de abril de 2019 - 00:00 - Víctor Haz

Es sábado por la tarde en Guayaquil. La proximidad del nuevo período lectivo obliga a cientos de afanosos padres de familia a deambular por las librerías y comercios en busca de los textos y materiales educativos que utilizarán sus hijos para este 2019. Como todos los años, y como ya es costumbre, no hay lugar en el centro de la urbe que esté libre de este vertiginoso ir y venir.

Uno de los puntos de concentración es el llamado mercado de las Cuatro Manzanas (cuyo perímetro son las calles Huancavilca, Seis de Marzo, Pío Montúfar y Franco Dávila). Desde el ingreso al lugar, ávidos “voceadores” acorralan al cliente con las consabidas frases: “Venga, diga sin compromiso qué busca, le ayudamos”, “¿qué busca, zapatos para el niño?”, “le cotizamos los útiles, aquí nomás estamos de oferta”, entre otras muletillas.

Ya en el interior y bajo un sol canicular, el recorrido por los locales es lento y asfixiante. Por los estrechos pasillos, otros comerciantes, cual felinos al acecho, llaman de manera insistente a los compradores que en vano quieren deshacerse de la bandada de bulliciosos.

Los padres de familia, con tal de salir del asedio, entregan las listas de útiles al primer vendedor a su paso. Este busca los artículos de la lista; y los encuentran, si no en sus barracas, desde algún lugar recóndito del mercado.

Cuadernos, plumas, lápices, borradores, forros, papel bond, marcadores de pizarra, juegos geométricos, goma, libretas, cartillas, fómix, toda una variedad aparece ante los ojos del cliente.

En otras barracas la oferta es de zapatos, de lona o de suela. Se repite la rutina: el comerciante convence a su cliente con toda una gama de calzado escolar y de diferentes modelos. Aquí no se escatima el tiempo, lo importante es no soltar al comprador. Y para completar el cuadro, están los locales de venta de uniformes de educación física y del diario.

La travesía termina. El comprador, exhausto, cumplió con su tarea... y el vendedor también. (I)

 

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