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Jairo Alay: “Ni lo pensé cuando me lancé para salvarlos”

Jairo Marcelo Alay Guerrero realiza el 'shaka' o 'hang loose', signos que son considerados el saludo de los surfistas. El joven dialogó con EL TELÉGRAFO luego de sus clases en la U. de Guayaquil.
Jairo Marcelo Alay Guerrero realiza el 'shaka' o 'hang loose', signos que son considerados el saludo de los surfistas. El joven dialogó con EL TELÉGRAFO luego de sus clases en la U. de Guayaquil.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
12 de enero de 2020 - 00:00 - Juan Carlos Holguín

Mientras nadaba contra el fuerte oleaje de La Lobería, en el cantón Salinas (provincia de Santa Elena), Jairo puso en práctica todo lo aprendido en los nueve años que lleva practicando surf y bodyboard.

Cuando las olas retrocedían, él se dejaba arrastrar hacia altamar. Así se acercaba cada vez más a su objetivo: las dos personas que, en la distancia, luchaban por permanecer a flote.

El ecuatoriano Andrés Torres y la mexicana Jéssica Guzmán eran turistas, con poca experiencia en el mar. Minutos antes habían sido arrastrados por el oleaje y se encontraban a unos 500 metros de la orilla.

Ya estaban agotados y si no recibían ayuda pronto, se convertirían en parte de las estadísticas de ahogados en las costas ecuatorianas.

Finalmente Jairo llegó hasta donde la pareja se aferraba a la vida. Con una tabla de surf de juguete, de esas que utilizan los niños para meterse al mar, el joven salinense de 25 años, quien cumplirá 26 el 18 de abril, logró que Andrés y Jéssica resistieran hasta la llegada de una embarcación de la Armada del Ecuador, que los sacó del agua y los condujo a tierra firme.

El hecho ocurrió el pasado domingo 5 de enero y Jairo Marcelo Alay Guerrero lo recuerda con una sonrisa de satisfacción, pues sabe que le salvó la vida a la pareja.

Por eso no duda en agradecer a Dios por haberle dado la fuerza necesaria en ese momento crítico. Fuerza para nadar hasta donde estaban Andrés y Jéssica y para mantenerlos a flote por más de una hora, hasta el arribo de los marinos en medio de las difíciles condiciones del mar.

De lunes a viernes, el joven vive en la casa de uno de sus cinco hermanos en Colinas de la Alborada, norte de Guayaquil, pues estudia Ingeniería Agrónoma en la Universidad de Guayaquil. Actualmente está en Nivelación. Los sábados y domingos vuelve a su natal Salinas, donde reside con sus padres, Julio Alay Parrales y Reina Isabel Guerrero.

En un mirador frente a la casa de su hermano, Jairo relató a EL TELÉGRAFO detalles del rescate.

AlayLa hazaña de Jairo fue difundida por redes sociales y medios de comunicación, por lo que mucha gente lo ha felicitado. Esto no le ha quitado al joven la modestia y la sencillez que lo caracterizan. Foto: William Orellana / El Telégrafo

La historia

Ese domingo llegaron a Salinas unos familiares desde Colombia. Con un tío fueron en bicicleta hacia La Lobería. Se encontraban ahí cuando alguien gritó que dos personas se estaban ahogando.

“Al escucharlo, empecé a buscar a la pareja. Eran las 17:00 pero el sol estaba fuerte, entonces no se veía bien a lo lejos. Por fin pude ver dos puntos negros en la distancia. Eran ellos”.

Jairo confiesa que se lanzó a ayudarlos sin pensarlo siquiera. Trepó por una pared, aunque estaba prohibido y le pidió prestada la tabla de surf a un señor. “Le dije que yo podía llegar hasta donde estaba la pareja pues conozco el mar y sé nadar bien. Me prestó la tabla, que era de juguete, de las que usan los niños. Pero con esa me fui”.

El joven llegó hasta donde estaba la pareja y empezó a tranquilizarla. Su experiencia de años enfrentando al mar, le permitió mantener la calma y transmitirles esa tranquilidad a los dos ciudadanos.

“Al principio sentían pánico, ella estaba llorando. Me agradecieron por haber ido a ayudarlos. Yo empecé a decirles que el mar estaba mansito, aunque sí estaba picado. Yo les repetía que no iba a pasar nada, que ya venían los marinos para rescatarnos”.

Así estuvieron cerca de una hora y 20 minutos, relata Jairo, quien al principio quiso sacarlos nadando. “Les di la tabla y empecé a nadar hacia los lobos marinos, pero el remolino no me dejó pues tenía que arrastrar más del doble de mi peso. No pude”.

Por eso decidió esperar las lanchas de la Armada del Ecuador. El ingreso de las embarcaciones se dificultó por las condiciones del mar.

En un comunicado, la institución naval señaló que “el lugar es rocoso y las fuertes olas existentes debido al período de oleaje, pudo haber ocasionado que las lanchas encallaran en las rocas”.

Sin embargo, la pericia del personal a bordo le permitió llegar hasta las tres personas. “Cuando vieron las lanchas, ellos volvieron a nacer”, afirma Jairo. Los marinos les lanzaron un salvavidas mientras los subían a bordo.

El fuerte oleaje los obligó a tener cuidado, pues las lanchas eran empujadas y corrían el riesgo de golpear a alguna de las personas.

Finalmente subieron primero a la chica, luego a su acompañante y a Jairo. Una vez los tuvieron a bordo, las lanchas se dirigieron al muelle de Salinas. “Si no hubiera sido por los marinos, tal vez no hubiéramos salido. Gracias a ellos, que fueron un apoyo importante”, puntualizó el joven surfista.

En el trayecto, los miembros de la Armada les hicieron algunas preguntas a la pareja, pero estaban como en shock. Según Jairo, “cuando llegamos al muelle, se cambiaron de ropa y me dieron las gracias con un fuerte abrazo”.

Lo sucedido con la pareja le trae a la memoria algo ocurrido hace dos años. Él surfeaba en La Lobería cuando un hombre empezó a pedir ayuda. Se estaba ahogando. “Lo pude agarrar y lo llevé hasta la orilla”, recuerda. “El aliento le olía a licor. Entonces me dio las gracias y fue a sentarse con un amigo suyo para seguir bebiendo”.

Ante esto, Jairo hace un llamado a la ciudadanía para que tenga precaución cuando entra al mar. “La Lobería no es para bañistas. Hay letreros en inglés y español en los que se previene sobre remolinos y marea brava. Pero hay gente que se va a bañar y a beber. Se falta el respeto al mar”. (I)

Consejos
Salvavidas, una necesidad
Jairo Alay hace un llamado a las autoridades para que ahora que se inicia la temporada playera, asignen más salvavidas al lugar. “No faltan los visitantes que, como no conocen, se meten al mar y pueden ocurrir accidentes”.

9 años lleva Jairo practicando el surf de forma competitiva. Eso le ha dado un amplio conocimiento sobre el mar y cómo reaccionar.

Recomendaciones
El joven surfista aconseja a la gente que no debe ingresar ebria al mar pues puede perder el conocimiento. Tampoco meterse después de comer, ya que pueden vomitar porque el océano los mueve. (I)

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