Son las 12:05 del sábado 10 de noviembre y desde el parqueadero del estadio Alejandro Ponce Noboa, más conocido como Fertisa (al sur de Guayaquil), se escuchan los gritos de cerca de 300 personas. Dentro del escenario deportivo, el tradicional Everest enfrenta al FC Insutec de Quevedo, en el primer partido de la Copa Ecuador.

El estadio de Fertisa, conocido por albergar los campeonatos de Segunda Categoría y partidos amateurs, no está lleno. Pero cerca de 250 son seguidores de “El Ciclón Rojo” y unos 50 que llegaron desde Los Ríos, hacen “vibrar” las gradas del estadio del sur de la ciudad.

El grupo más llamativo lo conforman unas 25 personas, todas con camisetas del Everest (equipo que vio nacer futbolísticamente a Alberto Spencer), quienes se paran en el centro del escenario con bombos y platillos. Los jóvenes hinchas intentan crear canciones para alentar al club guayaquileño, pero no logran terminar ninguna melodía; unas son las mismas que se escuchan en el estadio Monumental de Barcelona y otras similares a las que se entonan en el George Capwell de Emelec.

Mientras que la barra del Insutec -equipo campeón de la provincia de Los Ríos-, ubicada en el sector derecho del estadio y encabezada por su presidente, Danilo Viteri, se dedica a corregir a sus jugadores con gritos y a presionar al árbitro central.

La mayoría de los hinchas se esconde del sol y se ubica en la parte superior del escenario, donde una visera los protege.

El primer tiempo termina 1-0 a favor del equipo de Quevedo. Los hinchas bajan apresurados hasta el único bar ubicado a la entrada del escenario, donde atienden cuatro mujeres. El menú, escrito en una pizarra acrílica, invita a los fanáticos a degustar bollos de pescado, tortillas de verde y pasteles de carne.

El grupo hincha de Everest, aún con los implementos musicales y luego de tomar agua y gaseosas, intenta coordinar una canción para apoyar a su equipo, pero terminan repitiendo melodías. (I)