Las esquinas de un barrio del sur se vuelven botaderos
Las luces de las motos y carros que transitan por las calles 19 y la B y Samborondón, en el sur de Guayaquil, iluminan un tramo del sector poco alumbrado. Allí hay un colegio que por las noches es usado como botadero de basura en sus esquinas.
A diario llegan hasta el lugar personas en camiones, triciclos y bicicletas a colocar fundas, sacos con desperdicios orgánicos y materiales de construcción.
Es fin de semana y de noche, las esquinas lucen limpias pero pronto dejan de estarlo. En la vereda del plantel se acumulan grandes cantidades de residuos que llegan a desbordarse en la calle.
Así empieza todo. Un hombre de cincuenta años que pedalea un triciclo cargado de sacos hace una parada en una de las esquinas de ese plantel educativo. Se baja y empieza a desembarcar su basura. Sorpresivamente es abordado por una mujer que vive en el sector. “Señor, es prohibido botar basura. Ya el recolector pasó temprano”, le reclama enfurecida.
Él responde, de forma despreocupada, “solo es un saquito y son solo palos, no apesta”. Sin embargo, ella lo increpa y para atemorizarlo lo amenaza “sabe que está siendo filmado desde esa ventana y voy a pedir que lo multen”. Él regresa los sacos a su triciclo y se va.
Han pasado diez minutos y otro señor más canoso, que se moviliza en una camioneta, coloca más bolsas llenas de escombros y otros materiales.
La misma mujer se le acerca para advertirle. Se para de frente al carro y le grita: “lo voy a denunciar por cochino”.
Inicialmente la reacción del hombre es ignorarla, pero cuando ella toma fotos a la placa de su carro él se baja de su vehículo. No hay más reclamos. Él solo agarra sus sacos y los devuelve al transporte para luego marcharse.
En las mañanas, las escenas se repiten en el sector. Más triciclos llegan para botar fundas llenas de comida, plásticos y amontonarlos con el resto. La esquina de a poco se convierte en un botadero. (I)