Publicidad
La “desnaturalizada” que abrió el debate en esquina de Guayaquil
Caminaba apresurado. Quería llegar a tiempo para la encendida del arbolito de 20 metros y adornado con 5.000 guirnaldas, 18.000 luces y 100 estrellas LED, que engalana el Malecón 2000 y presenciar de cerca el festival de coros Bajo la estrella, que reúne agrupaciones musicales de la ciudad.
Un grupo de personas, en la esquina de 9 de Octubre y Chile, detuvo mi paso. La presencia de gendarmes alertaba que algo malo había pasado. Un atropellado, pensé, aunque no había ninguna ambulancia que –al menos- me invitara a considerarlo.
Me acerqué con cautela ¿Qué pasó? le pregunté a un oficinista que curioseaba. ¡No sé, ando en las mismas, recién llego! me dijo. No veía nada en el suelo, solo gente murmurando y otros revisando sus galerías de imágenes del celular. ¿Amigo, qué pasó? Le pregunté a un lotero. ¡Dejaron a un niño botado en la basura! me contestó en voz baja -¿Un niño? exclamé sorprendido- ¡No, un feto! acotó una señora de ojos humedecidos que estaba parada cerca mío.
En medio del tumulto, ahí estaba ella, la vendedora de cola que lo encontró envuelto en una funda negra, mientras recolectaba botellas descartables entre los contenedores de la acera. Tenía cara de asombro, chateaba desde su descolorido Samsung blanco, de esos que estuvieron de moda hace 6 años.
Los curiosos seguían llegando y el círculo se hacía más ancho. Todos hablaban, todos especulaban. Unos decían que la “desnaturalizada” fue una “cajera bancaria”, otros que fue una colegiala, lo cierto es que nadie sabía nada. Seguí mi paso, llegué hasta el árbol y mientras esperaba los cánticos para celebrar la vida de un niño, nacido hace 2000 años, pensaba en la “desnaturalizada”.
¿Estará arrepentida? me preguntaba. Pensaba en las frases de la batalla: “Nosotras parimos, nosotras decidimos” y “legal o ilegal, el aborto mata igual”, dos posturas contrarias pero válidas. El aborto desata pasiones contrarias, mientras mueren mujeres en clínicas clandestinas. (O)