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El Telégrafo
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Los conductores que querían llegar rápido al semáforo en rojo

Los conductores que querían llegar rápido al semáforo en rojo
05 de junio de 2019 - 00:00 - José Miguel Cabrera Kozisek

Richard Carapaz es portada en todos los periódicos tras ganar el Giro de Italia. Parece un buen día para andar en bicicleta. El tramo es corto: 2.5 kilómetros. Salimos desde la Av. Carlos Julio Arosemena, vía rápida con cruces para peatones cada 500 metros (cada parada de Metrovía).

Son las 18:15 y el tráfico está espeso. En la concesionaria que nos queda adelante, hay carros parqueados en la vereda y los peatones tienen que ir por la calle. Para darles espacio, cambiamos de carril, y el conductor de un auto gris tiene que frenar. El tráfico no se mueve, pero él quiere avanzar los 15 metros que le quedan.

“¡Se van a morir!”, grita cuando nos alcanza, y 100 metros después se vuelve a quedar estancado. “¡Pero me siento súper vivo!”, le digo al pasarlo. Súper vivo, a diferencia de los caídos, como Andrés Moreno, “Superman”, arrollado por un carro que se pasó la roja en la Av. Juan Tanca Marengo el 28 de mayo.

Hay otro embotellamiento a la altura del Albán Borja. Paramos delante de tres motociclistas. “¡Pilas, Carapaz! ¡Anda por la vereda!”, dice uno de ellos.

Es la versión motorizada del mansplaining. Digámosle driversplaining: Todos quieren explicar a los ciclistas cómo y dónde pedalear, siempre ignorando lo que dice la ley. El día anterior, a la autodenominada Ministra de la Bicicleta, colega que me acompaña, un taxista le decía que para pedalear en Guayaquil hace falta tener un carro haciendo escolta detrás.

En la calle no hay tiempo para explicar la Ley de Tránsito, pero al menos el motociclista se despide con buena onda: “¡Ya Carapaz, nos vemos!”.

Cerca de llegar, volvemos a tomar el carril izquierdo. Hay que girar para ese lado y aprovechamos el semáforo. Pero un joven que quiere llegar cuanto antes a hacer cola nos grita algo que no escuchamos. “¿Llegas tarde al rojo?”, le pregunto, y se entrega al pito con locura. Aún suena la bocina mientras giramos y nos perdemos de vista bajo el atardecer.

Por fin llegamos a la Carreta del Jefe. Ha sido un incidente cada 800 metros. (O)

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