Las campañas para salvaguardar el ecosistema y cuidar el medio ambiente en las Islas Galápagos van desde la teoría a la práctica. Por las principales calles de Santa Cruz (Puerto Ayora) difícilmente se va a observar botaderos de basura, más bien sorprende si hay por ahí algún desperdicio.

Estas iniciativas se extendieron también a los fumadores, ya sean estos locales o extranjeros.  

Transitar por la avenida Charles Darwin es recrear la vista disfrutando de las artesanías, la oferta gastronómica o los paseos en scooter que se alquilan en uno de los hoteles cercanos. Estas circulan por la ciclovía; también se alquilan bicicletas. Otra cosa que llama la atención son los carros eléctricos, unos vehículos pequeños que pareciera que fueran de juguete; atrapan las miradas por su modelo.

En ese vaivén, el visitante se encuentra  en los asientos de descanso, sobre uno de los postes que sostiene el techo de los mismos, con unas especies de alcancías de color amarillo con la leyenda: “No más colillas en el piso, deposite en el cenicero”, con la debida traducción al inglés; y como marca: “Ceniceros Mary”.

El envase tiene orificios en la parte superior, como una alcancía, para que los fumadores depositen allí las colillas; no hay excusa para echarlas al suelo.

Y si va a pedir almuerzo para llevar, para erradicar la utilización del plástico, la sopa se la dan en tarrina, pero el segundo se lo envuelven en papel de aluminio. Lo mismo sucede en las panaderías donde las fundas son de papel. En los hoteles han optado por facilitarle al turista los dispensadores de agua para que recarguen allí sus tomatodos.

Otra campaña que se impulsa en el Archipiélago es que los turistas deben permanecer a dos metros de distancia de la fauna: los lobos marinos, pelícanos, iguanas, cangrejos, piqueros patas azules, tortugas y otras especies. “Este es su hábitat y nosotros debemos respetarlo”, destaca una colaboradora del Parque Nacional Galápagos. (I)