Hace solo 20 años, el mero acto de asistir a un concierto era simplemente para disfrutarlo. Ahora, en cambio, el asistente busca su protagonismo en el evento, “aunque sea una fama de 15 minutos”, tal como lo pronosticó el artista Andy Warhol en los años sesenta.

Gracias a la tecnología y el auge masivo de teléfonos celulares inteligentes con cámara, al alcance de casi cualquier persona, parece que el ciudadano que va a un show ya no es un asistente tradicional, pues su preocupación se vuelca estrictamente a tomarse una foto instantánea y, por supuesto, filmar “en vivo” para sus cientos o miles de contactos (amigos, quiere creer la persona) en las redes sociales.

Así, el público ya no disfruta en el 100% del recital, sino que su objetivo está en los likes y comentarios por su hazaña.

En Quito, durante los conciertos de los cantantes colombianos Santiago Cruz y Manuel Medrano, no faltaron las travesuras de los fans que pagaron la localidad más cercana. Los artistas no desaprovecharon la oportunidad de tenerlos cerca y, como un gesto cordial, le dejaron tomar una foto, o dos, al seguidor que estaba más cercano del escenario.

El hecho puso en apuros a los agentes, como en el show de Santiago Cruz, en 2017, en el Teatro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, donde una de sus seguidoras burló la seguridad y llegó a la tarima “con el permiso del cantante”.

Cruz, de buen ánimo, le cantó al oído el tema “Y si te quedas qué”, uno de sus mayores éxitos. La situación fue aprovechada  por todos para registrar el hecho con fotos o filmarlo. Sin embargo, cuando al final le preguntó su nombre, la seguidora no lo dijo y optó por el anonimato.

Con Medrano pasó igual. La multitud no se conformó con disparar la cámara y hasta parecía que algunos fans le exigían que pose con ellos, sin considerar que estaba dando un show.

Hace solo 20 años, la gente disfrutaba del concierto. Ahora, arman su propio espectáculo individual y virtual. (O)