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Ecuador, 18 de Marzo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
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Baños del malecón convertidos en sitios de encuentro sexual

Otro día caluroso en Guayaquil. Caminar por el centro urbano bajo el agobiante sol es una tortura. Avanzar hasta el malecón 2000 por algo de sombra es como llegar a un oasis en medio del desierto. La fresca brisa que emerge desde el río Guayas acaricia, aun en días muy cálidos.

El malecón, lugar que honra el encuentro entre Bolívar y San Martín, sigue siendo por mucho el lugar más icónico de este puerto de casi tres millones de habitantes. Aquí hay sosiego, una tranquilidad que hasta dan ganas de sacar una hamaca y dormir, bajo los enormes árboles de acacia y ceibos.

Turistas pasan y repasan, gente camina de un lado a otro, unos con apuro, otros disfrutan del entorno. Llama la atención la destreza de los retratistas que dibujan a Michael Jackson y Madonna como si los tuvieran frente a ellos posando. La risa de los niños y el cantar de las aves musicalizan el lugar. La calma desaparece cuando surge la necesidad de ir al baño. Aquí hay varios espacios para las necesidades fisiológicas, distribuidos en los 2.5 kilómetros que tiene de extensión. El que está bajo la terraza cervecera es amplio.

Desde afuera se observa el gran lavamanos de acero inoxidable de estilo industrial, instalado junto a un espejo opaco y chorreado. Entrando, hacia la izquierda, están los urinarios. Y ahí están ellos… hombres de edades diversas goteando con miradas lascivas. La invitación intimida al incauto que no sabe si detenerse o avanzar. ¿Qué quieren? Se pregunta, mientras avanza al interior.

Siguen con las miradas, mientras se tocan entre las piernas. Los más descarados no tienen pudor: muestran sus partes íntimas. El incauto se siente amenazado, no sabe si lo asaltarán como delincuentes comunes. Se apresura y siente las miradas sobre su espalda, suda por la tensión y el exceso de humedad en un espacio sin ventilación natural.

De refilón se observa cómo unos entran y otros salen, mientras el ambiente es más tenso, porque hay quienes acceden a las insinuaciones y el baño se vuelve un verdadero sauna. Y el incauto no sabe si denunciar o seguir su caminar. (I)

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