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El Telégrafo
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Activistas luchan por salvar una colonia felina

Karina Maldonado (con el micrófono) ha luchado durante 9 años para esterilizar y controlar la colonia en uno de los condominios Primavera. Los gatitos ya estaban esterilizados. Su muerte fue para ella un duro golpe.
Karina Maldonado (con el micrófono) ha luchado durante 9 años para esterilizar y controlar la colonia en uno de los condominios Primavera. Los gatitos ya estaban esterilizados. Su muerte fue para ella un duro golpe.
Foto: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
21 de abril de 2019 - 00:00 - Juan Carlos Holguín

En la voz se le siente el dolor, la tristeza y la indignación. Karina Maldonado es amante de los animales y desde hace 9 años empezó a cuidar a la colonia felina en los condominios Primavera, ubicados en las avenidas Vicente Trujillo y 25 de Julio, sur de Guayaquil.

Ahora, en menos de dos semanas, varios de los 20 gatos que ella protegía han muerto envenenados. Los cadáveres empezaron a aparecer el 1 de abril. A las 11:20 de la mañana hallaron el primero. Cerca suyo estaba una funda con veneno.

Después fue otra gatita, luego otro felino. Prácticamente uno por día aparecieron en diversos puntos de los condominios. Estaban en medio de las heces que expulsaron al morir, producto del veneno que les destruyó sus órganos internos, y que personas inescrupulosas dejaron mezclado con atún.

Fue una muerte terrible para estos gatitos, seis en total, aunque creen que podrían ser más pues hay varios desaparecidos. Ellos se habían convertido en parte del paisaje para los moradores de estos bloques y gracias al trabajo de activistas y voluntarios se encontraban esterilizados y tenían todas sus vacunas al día.

“¿Por qué lo hicieron? Ellos no molestaban a nadie, tenían sus areneros y nosotros los manteníamos limpios, les recogíamos los excrementos si hacían popó por fuera”, comentó Mery Cevallos, moradora en los condominios y quien, hace un año, sufrió el envenenamiento de varios gatos de una colonia que ella tenía controlada.

Ella participó en un plantón que realizaron en los condominios, en rechazo a los asesinatos. “Quien hizo esto es por puro odio, por maldad, por miseria humana. Los gatitos evitaban la proliferación de ratas y de bichos”.

Karina habla lento y con dificultad, tratando de no llorar. Extraña a Gordita, Parlanchín y Vocecita. Recuerda cuando ella llegaba de la calle y todos salían a recibirla. Se había ganado su confianza y ellos sabían que no tenían nada que temer.

Por eso, en medio de su dolor, busca la fuerza para no dejarse derrotar. Puso la denuncia en Bienestar Animal del Municipio de Guayaquil. Está dispuesta a seguir hasta las últimas consecuencias, para sentar un precedente.

La comunidad lucha por proteger a los sobrevivientes. Los involucrados en esta cruzada empezaron a hacer vigilancia nocturna hasta la madrugada, para impedir que personas inescrupulosas sigan colocando veneno. “Nos amanecemos hasta las 04:00”, indicó Karina. Gracias a estas rondas no han vuelto a aparecer cadáveres.

También efectúan rondas en el día para buscar comida con veneno, por si de pronto alguien la ha puesto para matar más gatos. Y es que, como dicen los animalistas, estos inescrupulosos no piensan que el veneno también puede ser cogido por algún niño.

Tienen sospechas acerca de los autores de estos crímenes, pero no pueden acusar a nadie hasta no tener pruebas. Analizan algunas medidas, como instalar cámaras de seguridad. Por ahora es una idea, pero no la descartan.

También han buscado hogares temporales para los felinos de la colonia, por lo menos mientras quitan todo el veneno que encuentren. “Sé que la calle no es vida, pero al menos mis gatitos estaban en un ambiente limpio, por medio de padrinos los esterilizamos, nadie los molestaba y no molestábamos a nadie pidiendo donaciones, pues nosotros mismos les comprábamos todo”.

Todos los gatos tenían entre 4 y 9 años. “No habían más pequeños porque como estaban operados, no se reproducían”. Y todos tenían sus padrinos fijos, que ayudaban para la comida y las medicinas que requirieran.

El Municipio de Guayaquil asignó a un funcionario de Bienestar Animal para tomar contacto con la comunidad y ayudar en las investigaciones. Además, se realizan campañas de concienciación ciudadana acerca de la protección de la fauna urbana.

Mientras, Karina seguirá llorando a su Gordita, que cuidó por meses de una afección bucal que le causaba llagas, pero que ya se estaba curando. Y también al resto de sus gatitos, con quienes se fue gran parte de su vida. (I)

Hace un año Mery Cevallos también enfrentó el envenenamiento de varios gatos de la colonia que ella protege.Hace un año Mery Cevallos también enfrentó el envenenamiento de varios gatos de la colonia que ella protege. Foto: Juan Carlos Holguín / El Telégrafo

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