“Empacador caja uno, empacador caja dos”. La voz chillona de una mujer suena nítida al interior del supermercado. Y al llamado de la supervisora, los empacadores se ubican en sus puestos.

Juan José Castillo saluda con la cajera asignada a su puesto y empieza a guardar, con la agilidad y el cuidado que le permite la experiencia adquirida, verduras, huevos, carnes, botellas, golosinas...

Las clasifica mentalmente “según su peso y resistencia” y las acomoda de acuerdo con estas categorías en distintas fundas.

Amarra las envolturas con ese nudo ‘especial’ que aprenden los empacadores, que evita que el contenido se desparrame y que es, a la vez, fácil de desatar. Enseguida las alínea en el coche rojo que, en apenas minutos, rebosa.

El cliente camina adelante y Juan José lo sigue. Sostiene el coche con firmeza.

Toman el ascensor y descienden hasta el subsuelo. Las puertas se abren y al llegar al vehículo, el propietario abre el capot del auto y el empacador coloca las compras.

Al terminar recibe una propina, que no es oficial ni obligatoria, pero que sirve para redondear el salario básico que le pagan. En un buen día puede reunir más de $ 8.

Su jornada de trabajo empieza a las 08:00 y finaliza a las 20:00. A su casa, ubicada en el sur de la ciudad, llega pasadas las 21:00.

Dice que su trabajo puede parecer rutinario, pero cuando hay tiempo, los empacadores también organizan competencias. Se imponen retos: el primero que empaca gana; el que regresa más rápido y el que al final del día ha conseguido más clientes también.

Él ha vencido varias veces, aunque no se ha hecho millonario, pues se trata solo de un juego que les permite romper la rutina.

Con el tiempo, muchos empacadores consiguen forjar amistades con los cajeros; organizan salidas después del trabajo. Fomentan un ambiente de camaradería.

Cuando hay fútbol hacen apuestas y discuten, porque cada uno defiende a su equipo. 

Juan José es hincha de Liga desde niño y, aunque el conjunto no atraviesa el mejor momento, lo defiende tanto que pocos se atreven a discutir. “Es el empacador más terco del mundo”, dicen sus compañeros. (I)