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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

La miopía sobre Unasur

15 de agosto de 2018 - 00:00

Fue el 11 de marzo de 2011 cuando entró en vigor el Tratado Constitutivo de la Unasur, el proyecto sociopolítico más ambicioso de la región. La miopía de la derecha, aquella de la peor mentalidad parroquial, sin mirada, ni visión de futuro (aquella que, desde la colonia, como en los años de nacimiento de la nueva República en el siglo XIX, solo entendía de integración si había plata, dinero, coima o puesto del cual sacar provecho) ahora celebra el craso error de pretender desmantelarla. Lo dicho por el Presidente de Colombia es comprensible porque es coherente con la estructura de clase a la cual pertenece; gran heredera del peor Santander, que también temía la integración si afectaba el nacionalismo hacendatario. Es que eso de la integración no ha sido cosa menor para la región. Su incomprensión sirvió para construir enemigos internos y externos; sirvió para hacer la guerra a los vecinos, justificar las castas militares y, por supuesto, construir y modelar republiquetas, que con solo las revoluciones nacionalistas pudieron superar la tara natural del nacimiento tutelado. ¿Cuánto tuvieron que ver las bancas y los banqueros en entorpecer los procesos de integración? ¿Cuánto tuvieron que ver las potencias de turno para boicotear lo que significaba una limitación para la expansión de los mercados que necesitan para sus excedentes productivos? La Unasur ha sido y es un proyecto vital para la región. Supera los límites mercantiles del Mercosur o de lo que queda o para lo que sirve la CAN. Pero Unasur también sirve para aportar dignamente a un mundo multilateral, no a aquel tonto aperturismo de mercancías sin equidad ni igualdad social, como promulgan los del Pacífico: si no revisen sus cifras micro y macro económicas-sociales. Hoy la lógica, eso que escasea en estos días, dice claramente que debemos luchar contra el aislacionismo y el poder duro que por ahí quien se cree policía del mundo anda y pretende dar lecciones de lo que debe ser occidente y el mundo entero. Por eso Unasur se constituyó “como una organización dotada de personalidad jurídica internacional” para el “fortalecimiento de la soberanía e independencia de los estados”. Entonces, ¿cuál es el miedo a la Unasur? ¿La sede convertida en objeto de disputa, de mal deseo, acaso es signo del “progresismo moderno”? Queda por leer a Benjamín Carrión en mayo de 1959: Las Repúblicas de las balas y de las bananas. A ver si entienden. (O)  

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