Ecuador, 28 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Juzz Pincay Pazmiño

Temporada de Preguntas

09 de noviembre de 2021 - 00:00

En junio de 2009 me abrí Twitter. Lo hice porque algunos músicos que idolatraba usaban frecuentemente esta red social. Sí, además tenía Facebook y cuando Instagram hizo su aparición, también me cree una cuenta. He tenido muchísimas redes sociales, he sido la diosa de mi propia vida eligiendo qué le quiero mostrar y contar de mí al resto.

No solo eso. También tuve/tengo un blog personalísimo donde hablaba de relaciones, lloraba a esos «excasialgo» y hablaba de lo que se me diera la gana. De hecho, fun fact, tuve incluso un programa digital donde entrevistaba a los —en ese entonces llamados— tweetstars. Estrellitas polémicas y graciosas que daba Internet. Llevo años en redes sociales. Trabajo con redes sociales. Soy una persona que debate en redes sociales. Me adapto. Escribo, subo fotos, leo, comento. 

¿He intentado dejar redes sociales? Sí, pero no me engaño tanto. Las veces que he estado realmente alejada de redes es cuando mi trabajo me consume y no puedo escribir o subir fotos, pero por lo menos intento leer o ver en qué andan. Lo que el resto opina, la pelea de aquellos, lo que dicen los políticos, el músico, la autora, lo que suben los panas, sus vacaciones, la vida linda.

Las redes sociales son interesantes. La política y la dinámica de las comunicaciones de las empresas públicas y privadas deben ser parte de esta ola, de la que es imposible alejarse y la que deben incluir en sus planes estratégicos. Básicamente porque lo que no se comunica no existe y, al mismo tiempo, todo —absolutamente todo— comunica. Sí, incluso el silencio.

Posiblemente todos y todas en algún momento pensamos en cerrar una red social, o en ser más prudentes con el contenido que compartimos, con las personas con las que interactuamos y con lo que consumimos. Personalmente he pasado por un montón de etapas con las redes sociales y con lo que quiero transmitir. Soy comunicadora y siempre le recuerdo a mis amigxs que somos nuestros primeros relacionistas públicos. Y que, lastimosamente, Internet no olvida y que todo lo que alguna vez dijimos está ahí, sigue ahí y alguien no dudará en recordárnoslo.

Con el blog siempre sentí que me estaba exponiendo demasiado y que le estaba dando la oportunidad a desconocidos de asumir que no lo eran y que por un par de posteos o tweets podían creer que me conocían a la perfección. Con las columnas me cuestiono como soy percibida incluso para el mercado laboral. Con Instagram la presión es otra, ahí no quiero ser la más inteligente sino la más linda, la chica sin problemas, la que más viaja, cosa que claramente no logro porque la carta de esta red social desemboca en una comparación abrumadora. Alguien siempre la está pasando mejor que uno. En Twitter alguien anunció que escribió el libro que yo aún no empiezo. Que tomó esa decisión que yo aún no me atrevo.

Me gustan las redes sociales, se ha creado un nuevo espacio para el activismo y he conocido gente maravillosa. Hace a mi profesión más divertida y hay contenido genial. Pero a veces solo me canso. Un rato me canso, y sin darme cuenta, inicia la temporada de las preguntas: ¿me sigo exponiendo? ¿Estoy hablando mucho o poco? ¿Me veo flaca en esa foto? ¿Feliz? ¿A quién le quiero demostrar que soy feliz? ¿Alguien se está enviando a un grupo de Whatsapp mis tweets o fotos para juzgarme? ¿Por qué no todas las redes sociales crean close friends? ¿Hay un uso correcto para esto? ¿Si uso Tiktok soy menos profesional? ¿Cuándo empezaré a escribir mi libro?

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media