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El Telégrafo
Rebeca Villota

Ser mujer periodista

13 de marzo de 2022 - 00:00

Fue tu culpa. ¿Qué hiciste para que reaccione así? Así reaccionan algunos sectores de la sociedad cuando una mujer es agredida.

Sucedió hace varios años a una inexperta reportera. 9am, la reunión editorial empieza. El jefe de información comenta que hay una invitación del ejército para hacer una cobertura de dos días, a un destacamento militar en el Oriente. La reportera se apunta y se le asigna el tema.  

Ya en el destacamento, los oficiales a cargo explican a los reporteros y camarógrafos que dormirán en el policlínico. Camillas en vez de camas.

Nadie se complica. Todos colocan sus pertenencias en los lugares asignados y se disponen a trabajar. Como en otras ocasiones, ella era la única mujer en el grupo.  En un gesto de gentileza el oficial a cargo del destacamento se le acerca y le invita a pasar la noche en el cuarto de huéspedes de su villa. Ahí estará más cómoda le dice y agrega que ahí vive con su familia.   Ella acepta y juntos van a la pequeña casa.  Ahí conoce a su esposa, quien le invita a pasar al cuarto de huéspedes.

Al finalizar el día, tras una larga jornada de trabajo, viene una cena de bienvenida. Tan pronto termina, la reportera pide a su camarógrafo que la acompañe de regreso a la villa.

Ya en la habitación se percata que el seguro de la puerta no funciona por lo que solo la cierra.

El viento es fuerte y mueve las cortinas de la ventana que solo tiene una malla. Se siente bien, algo de frescura ante el calor y la humedad.

Algo inquieta se duerme, hasta que en la madrugada oye la voz de un hombre a través de la ventana. Le susurra frases y le pide que le deje entrar. Al principio parece un sueño. El olor a alcohol la despierta. Lamentablemente es una realidad. Se produce una discusión. El oficial se molesta y entra a la casa. Hay gritos y se despierta la esposa, quien sale de su dormitorio algo sorprendida por el incidente.

Temblando del miedo, la periodista se viste y se queda sentada en la sala, esperando que amanezca para poder ir al policlínico a pedir ayuda a su camarógrafo. La esposa también está en la sala y le pide que por favor no diga nada.

Sigue la jornada con un trabajo intenso. El reportaje sale al aire y su calidad es reconocida por la fuente. El director del medio se entera de lo sucedido y comenta: algo debes haber hecho para que eso ocurra. Este comentario no es extraño en nuestra sociedad.

Mas allá de los riesgos que las mujeres periodistas corren en las coberturas, en la actualidad, con la pandemia y la tecnología, los ataques se han sofisticado.

Según un estudio de la Unesco de 2021, un 73% de las mujeres periodistas ha sido atacada. La investigación revela que ahora el principal motivo del ataque, son las ideas políticas.

Los ataques, falsas narrativas orientadas a lo sexual, buscaron desprestigiarlas personal y profesionalmente.

En Brasil, la periodista Patricia Campos sufrió hostigamiento por parte del presidente Jair Bolsonaro y su entorno, tras haber publicado una serie de denuncias, sobre la ola de desinformación que hubo durante las elecciones que favorecieron a Bolsonaro.

Los ataques, falsas narrativas orientadas a lo sexual, buscaron desprestigiarla personal y profesionalmente.

 

Hubo miles de memes de mujeres desnudas, o en ropa interior, con mi rostro…miles de memes es diferentes posiciones sexuales, películas, videos sobre mi como “periodista prostituta”, y amenazas del tipo “te deberían violar”, dijo Campos Mello.

Campos Mello demandó a Bolsonaro por daño moral y ganó el juicio.

Sin embargo, su caso no es el mismo de centenas de mujeres periodistas que han sido agredidas.  Muchas prefieren guardar silencio para no ser culpadas de los hechos.  Otras, por miedo optan por autocensurarse y ceder ante las amenazas.

Hay que ser muy valiente para presentar una denuncia, considerando que de entrada se traslada la responsabilidad a la mujer en el hecho, a partir de aspectos como su forma de vestir, ocupación laboral, conducta sexual o relación con el agresor.

Diversos factores contribuyen a que en muchos casos no se presenten denuncias.  Ello ha creado un clima de impunidad alrededor de las agresiones a mujeres periodistas, que afecta además al buen periodismo y a la libertad de expresión.

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