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El Telégrafo
Aldo Maino Isaías

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14 de septiembre de 2021 - 00:51

Campeón de Innovación. Perfil: que pueda hacer lo que parece imposible en tangible y real; que no se de por vencido en el proceso; que sea agitador del cambio; que pueda armar un equipo de profesionales con habilidades y visión compartida; que pueda entusiasmar a otros con sus ideas; y que tenga piel de cocodrilo.

No esta fácil. En el mundo de la disrupción, concepto que, si bien ha tomado fuerza en los últimos años debido a la gran cantidad de start ups que han sido exitosos con ideas que pocos apostaban como ganadoras, ha existido desde hace mucho tiempo guardando sus distancias.

La rueda fue un invento disruptivo para su época y produjo un beneficio inconmensurable en el desarrollo productivo e integración mundial. Es un ejemplo que me gusta mucho, ya tiene impacto hasta hoy y sin aquel invento de pronto no estaríamos hablando de Uber. O de aquella cámara de foto Kodak muy antigua, que fue la base fundamental de creación de las cámaras en los smartphones. Desde allí, los intentos y fracasos han sido muchos.

Aterrizando al campeón de Innovación, hoy hablamos de educación en línea como el pan de cada día. Pero no fue así en la década de los 90. Allí hubo alguien que sí lo vió venir, un Campeón de Innovación con todos los requisitos, en especial la piel de cocodrilo. Su proyecto de educación en línea, Fathom, de utilizar el internet para masificar el intelecto y experiencia de Columbia University en el mundo, fue duramente criticado. Fue costoso, no tuvo el impacto proyectado y finalmente la universidad decidió no continuarlo.

No desmayó, siguió agitando el cambio y logró entusiasmar a Arizona State University (ASU). Se convirtió en un disruptor en el mundo de la educación. Su proyecto funcionó y ha logrado llevar a ASU de 50,000 a 135,000 estudiantes. Alrededor el 50% estudia en línea. Ha permitido que jóvenes que nunca pensaron podrían tener un titulo, hoy lo tengan. Amplió el acceso, tan anhelado en el Ecuador, con un proyecto claro y en el que pocos creían; y hoy muchos lo imitan. Su nombre es Michel Crow, actual presidente de Arizona State University.

Veo con entusiasmo lo que ha podido hacer porque estoy seguro nosotros podemos hacerlo también. Si bien es muy importante, no es cuestión solamente de dinero. En lo público, la Universidad de Milagro tomó la batuta y apostó fuertemente a este modelo. En términos de acceso ha sido muy exitosa. Pienso lo que podrían hacer universidades grandes. Se busca a varios Campeones de Innovación.

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