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El Telégrafo
Juzz Pincay Pazmiño

Ouch

01 de febrero de 2022 - 07:34

Quienes trabajamos en relación de dependencia, ayer pudimos ver los roles de pago y dolió una parte del pecho, algo en la cabeza y el vacío de la cartera. Parecía lejano, desde que entró en vigencia la reforma tributaria, que llegaría este día. Quizá no se veía tan doloroso y lo fue. Avisó y aún así, marcó.

 

Dicen los expertos que al representar únicamente a un reducido grupo, la afectación no es tanta. Consciente de mi posición privilegiada y de contar con un trabajo y un sueldo, escribo esto asustada, enojada y preocupada. Una cosa es una persona soltera sin hijos que percibe un sueldo mayor a dos mil dólares -sin que esto sea justificativo para que su bolsillo sea manoseado porque sí- a una persona que mantiene a su familia, incluso a sus padres con un sueldo que en papel es de dos mil dólares.

 

Siento que los expertos podrán pararse de cabeza para explicarme que esto era lo mejor y lo sano, podrán sacar las presentaciones, los hilos de twitter y lo que quieran para convencerme que esta era única vía y no les voy a creer. No puedo creerlo, todavía. En pandemia, algunas industrias ganaron y no perdieron, ellas tenían que ser quienes ‘pongan el hombro’, no los ingresos de quienes con esfuerzo de años han logrado acceder a un sueldo decente. Es injusto. ¿Cuál es el plan con estos impuestos, con mi plata? ¿Mis impuestos se van a traducir en mejores servicios: transporte, educación, salud? ¿O, además de ganar menos, debo seguir asustada del posible robo que me espera en las calles porque no han invertido en seguridad?

 

Destrucción del presupuesto familiar, de los planes individuales de crecimiento, de las medianas empresas que sangran por esto. La clase media obligada a ponerse una camiseta que no le queda, que aprieta, que duele. Impuesto al sueldo, a la vida, al intento de crecer. ¿Reactivación con el 8% de iva en carnaval y Semana Santa? Parece burla. Que desde el privilegio hablo, lo tengo claro, pero también desde el dolor de los sueños en pausa. Dirán que no son nada 70 dólares mensuales para quienes siguen en la burbuja de la cuenta en estados unidos, de poder ganar en euros, de quienes no sienten esto porque hay ingresos por todos lados.

 

Entre el aporte al IESS —que dolía un poco ya porque nuestro sistema es realmente corrupto— y el impuesto a la renta, en algunos casos, podría ser el alquiler del departamento, la letra de una casa, la comida del mes. Pareciera que la máxima de este momento es: que los ricos sigan siendo ricos, y los pobres más pobres. A los amigos no se los toca ¿no?

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