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El Telégrafo
Simón Zavala Guzmán

No armas para matarnos

16 de diciembre de 2020 - 00:00

Discrepo totalmente con aquellos que mantienen la tesis de que debemos armarnos para combatir la delincuencia. Es verdad que la inseguridad ha copado todos los espacios y que nos encontramos en peligro dentro de nuestros domicilios, oficinas, sitios de trabajo, taxis, calles, avenidas y en cualquier lugar, pero esta grave situación no se soluciona autorizando a la ciudadanía para portar armas. Porque autorizar a portar armas es autorizar a utilizarlas en cualquier momento. Y, es una licencia para matar, así sea en defensa propia, de familiares e incluso de parientes y amigos.

Los que desean portar armas, no las van a llevar consigo como un juguete ni como un adorno.  Las van a llevar para usarlas en el momento menos pensado frente a un estímulo de cualquier naturaleza, a una amenaza, a una leve o fuerte agresión, a una pelea de puñetes, a un intento de asalto, a un movimiento sospechoso, a veces ante una agresión verbal y, quizás también ante un simple gesto de odio, discriminación o rechazo, porque el instinto en ocasiones es más rápido que la serenidad para decidir utilizar o no una arma de fuego. Quien porta un arma se siente seguro y prepotente. En estudios criminológicos, se ha llegado a determinar que el que porta armas por primera vez, tiene como una especie de obsesión, el demostrarse a si mismo y probar su arma para saber si el resultado se justifica y es efectivo..

El problema grave de la inseguridad tiene muchísimas causas. Aunque se diga que existen estudios del porqué de ellas y análisis de todo tipo, lo cual, seguramente es cierto, ninguno de los gobiernos que han pasado en estos últimos cuarenta años, se ha preocupado de estructurar una política pública de seguridad ciudadana de corto, mediano y largo plazo. Claro que todavía no hemos llegado al colapso.

Estamos cerca porque la inseguridad generada por la producción, comercialización y tráfico nacional e internacional de drogas, con asesinatos a granel, es ya un aderezo importantísimo. La cereza del pastel, será en poco tiempo, cuando muchos  armados y con autorización nos constituyamos en “ciudadanía paramilitar” y, en grupos elementalmente organizados nos bajemos al gobierno elegido que por a o b razones no nos guste, alcaldes y concejales que no cumplan sus funciones, prefectos y prefectas que deben rendir cuentas a la justicia y, quien quiera que por machismo o por cualquier razón no nos agrade.

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