El economista Simon Kuznets, norteamericano de origen ruso, fue quien diseñó lo que conocemos como el producto interno bruto (PIB), que es una figura matemática que empaqueta en un número toda la actividad humana de un país o región.

La cuestión es entender cómo la suma total de todo lo que hacemos como seres humanos puede ser de esta manera compactada.

Kuznets explicaba que su medida del PIB no tenía ninguna relación con el buen vivir de la gente; sin embargo, es algo con lo cual nos confundimos muy frecuentemente. Su hipótesis realmente fue la relación que existe entre el crecimiento económico y la distribución del ingreso. Se establece que el crecimiento basta para reducir la desigualdad, la cual normalmente ocurre a los comienzos del crecimiento económico, cuando existe la necesidad de realizar grandes inversiones en infraestructura y en bienes de capital. Luego, la generación de empleo y el aumento de la productividad conducirían eventualmente a salarios más altos y una mejor distribución del ingreso.

Y a pesar de que su trabajo fue en la relación entre el crecimiento económico y la distribución del ingreso, criticó muy duro la pretensión de medir el bienestar exclusivamente sobre la base del ingreso per cápita. Uno de sus discursos fue: “… es muy difícil deducir el bienestar de una nación a partir de su renta nacional per cápita…”.

Pero el uso del PIB seduce tanto a los economistas como a los políticos que acostumbran equiparar la prosperidad y el crecimiento del PIB per cápita. Por eso tuvo que aclarar: “Hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento; entre sus costos y sus beneficios y entre la visión de corto y largo plazo. Los objetivos de más crecimiento deberían especificar de qué y para qué…”.

Con esto podemos entender un poco por qué el crecimiento económico de nuestros países, que está en sus inicios, tiene tanta inequidad y provoca tanto rechazo y violencia. Y parecería que siempre estamos en los preámbulos del crecimiento económico, en donde –según Kuznets– hay más inequidad. (O)