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El Telégrafo
Alicia Galárraga

Femicidio y sueños rotos

19 de mayo de 2019 - 00:00

Por qué un jovencito de 20 años se ve obligado a asumir la crianza de sus dos hermanos, un niño de 8 años y una adolescente de 14?  A Luis, nombre protegido, no le quedó alternativa. Su madre fue asesinada por su expareja en un incidente que hasta la fecha no es investigado ni castigado por la justicia, pese a que el asesinato de la madre de Luis sucedió hace más de dos años.

El presunto feminicida está prófugo y a pesar de la gravedad del caso, la Fiscalía no ha actuado de oficio para impulsarlo e incluirlo en la lista de Los más Buscados. Ya nadie se acuerda de él ni de Luis ni de sus hermanos.  

¿Cómo hace un joven de 20 años, de escasos recursos económicos y que con las justas cuenta con el título de bachiller para afrontar este tipo de responsabilidad?

Luis trabaja de guardia en jornadas de más de 8 horas diarias, no importa si estas jornadas también son de madrugada y cuando así sucede, sus hermanos no quedan bajo el cuidado de ningún adulto.  

Con su sueldo, Luis mantiene a sus hermanos y además se mantiene él.  Luis ya no puede aspirar a tener sus propio plan de vida porque esta responsabilidad que él no buscó, le absorbe totalmente.  

En su caso, tampoco puede acceder al bono, ayuda económica, que se creó vía decreto para proteger a los hijos de las víctimas de feminicidio, porque en el feminicidio de su madre no existe sentencia ejecutoriada.

Estos son los otros escenarios que quedan invisibilizados detrás del feminicidio. Porque además de que el feminicidio por sí solo es un crimen aberrante, también deja secuelas que laceran a la sociedad.

Niños huérfanos, hermanos separados, hogares destruidos, sueños rotos. Eso sin contar con el irreparable daño emocional que sufren los niños y adolescentes huérfanos, independientemente de si los feminicidios se consuman delante de los hijos de las víctimas o no.

Urge que el sistema judicial nacional salga de su ensimismamiento. La respuesta para Luis y para el resto de hijos de todas las mujeres que han sido  víctimas de feminicidio, no puede seguir siendo el olvido y el abandono. (O)

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