William Jones, inglés residente en la India, notó las semejanzas entre el sánscrito, el griego antiguo y el latín. En La Lengua Sánscrita (The Sanskrit Language, 1786), Jones supuso que las tres lenguas tenían una raíz común, y que podían estar ligadas al eslavo, al gótico, al celta y al persa antiguo. Así se establece la familia de lenguas más numerosa del mundo: la indoeuropea.
Ya sabían antes los italianos, los españoles, los portugueses, los catalanes, los franceses, los gascones, los rumanos, etc., que su lengua madre era la latina. De repente, el español no solo tenía madre y hermanos, ahora tenía tías y primos.
La familia indoeuropea está formada por varias subfamilias: albanesa, armenia, báltica, céltica (de la que hablaremos enseguida), eslava (ruso, polaco, checo, serbo-croata, búlgaro), germánica (inglés, alemán, holandés, sueco, danés, noruego), griega, indoirania (hindi-urdu, iraní o persa) y nuestra subfamilia latina.
Los idiomas celtas sobreviven en partes de Europa: gaélico irlandés, gaélico escocés y galés en las Islas Británicas, y bretón al noroccidente de Francia. Pero como pueblo, obviamente tomando en cuenta los múltiples cruces con invasores de tres continentes, subsisten desde Oporto (Portugal) hasta las islas Hébridas (Escocia). Se atribuye el cabello pelirrojo al pueblo celta (miren a muchas gallegas en España), pero como toda relación entre el físico y el habla, esto puede ser un mito.
Los nazis pretendieron establecer un nexo entre lengua germánica y rasgos nórdicos. Pero entre los finlandeses hay más rubios de ojos claros que entre los alemanes, pese a que el finlandés no es ni siquiera indoeuropeo, sino que está emparentado con el húngaro y con lenguas de Asia. Hablamos la misma lengua no por ser parientes, sino por ser vecinos.
Si a Ud. le hubieran criado los bosquimanos de África, hoy hablaría un idioma con chasquidos de la lengua, clics. Pegue su lengua al paladar y suéltela de golpe, eso es un clic, como animando al caballo. (O)
