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El Telégrafo
Mariana Velasco

Experiencia subjetiva

30 de diciembre de 2020 - 00:00

‘Hola soledad, no me extraña tu presencia’, va más allá de la canción porque esta señora genera una emoción compleja, un sentimiento subjetivo que llevó a investigadores a descubrir señales en el cerebro que ponen la necesidad de interacción social en el mismo nivel que el requerimiento de alimentarse. Este sentimiento o estado caracterizado por la carencia de compañía que siente un individuo, sin duda, es una experiencia subjetiva.

Puede sentirse solo en una habitación abarrotada de gente o sentirse feliz con su propia compañía y, según cada persona, varía mucho el grado de conexión humana que desea, necesita y recibe, sin dejar de mencionar la resiliencia que está muy extendida. En pandemia aprendimos que puede ser época solitaria.

El desempleo temporal, las nuevas realidades del teletrabajo, la enseñanza en casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos y colegas requieren tiempo para asimilar y acostumbrarse. Adaptarnos a estos cambios en los hábitos de vida y enfrentarnos al temor de contraer COVID-19 y a la preocupación por las personas próximas más vulnerables es difícil, y puede resultar especialmente duro para las personas, más para aquellas con trastornos de salud mental.

Después de meses de encierro forzado, estado de emergencia, de excepción, toque de queda, alertas de todos los colores, distanciamiento social y el sentido del tacto atrofiado, se escuchan voces de preocupación de algunos expertos sobre el incremento de personas que se sienten solas, en especial jóvenes y adultos mayores. Es un efecto colateral de la pandemia ; sin embargo, hay maneras de combatirla y el apoyo social es muy útil en épocas de estrés.

La desolación es ya una epidemia y un problema para quienes ya estaban solos antes de que comenzara la invasión del coronavirus. Las consecuencias de la tristeza son terribles bajo cualquier circunstancia. En algunas personas, eso puede llevar a una especie de desesperación al carecer de buenas perspectivas de cuándo la gente podía vivir como años atrás. Eso no estará claro hasta el final de la pandemia.

Por investigaciones existentes se conoce que la falta de pasión de ánimo puede llevar a enfermedades cardiovasculares e hipertensión. Sabemos que el aislamiento social es un factor de riesgo para el desarrollo prematuro de problemas cognitivos con deterioro de capacidades que podrían conducir a una demencia prematura. El Covid- 19 es el responsable de una soledad social y emocional.

Sin conexión social, las personas con frecuencia se deprimen lo que alimenta aún más los sentimientos de soledad que podría derivar en crónico, con mayores índices de enfermedades cardiacas, alzhéimer, suicidio e incluso la muerte. Aunque nuestro país carece de política pública para prevenir el suicidio, al menos dispone de rutas y protocolos de prevención en los ministerios de Salud y Educación.  No dude en buscar ayuda profesional.

En momentos de distanciamiento social, otra alternativa es buscar apoyo de amigos incondicionales, hacer llamadas y enviar mensajes de texto; brindar apoyo a los demás, podría crear un sentido y propósito para fortalecer los lazos sociales y a su vez, reducir los niveles de nostalgia. En otras palabras, una llamada con una amistad cercana podría ayudar más que una reunión por Zoom con compañeros de universidad.

Los abuelos afirmaban que el ser humano puede sobrevivir tres minutos sin aire, tres días sin agua, tres semanas sin comida y tres meses sin compañía. Mito o leyenda, verdad o falso, la especie humana evidencia que las personas se necesitan unas a otras. (O)

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