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El Telégrafo
Juan Francisco Román

De la niñez a la madurez parlamentaria

11 de mayo de 2021 - 07:31

Comencemos con una pregunta ¿A usted le gusta lo que pasa en la Asamblea Nacional? Espere, antes de que responda con malas palabras ¿A usted le ha agradado alguna Asamblea Nacional? Ahora sí, descargue toda su frustración y diga las malas palabras y epítetos que se le ocurra.

Ok, ahora que ya se desahogó le voy a decir una verdad incómoda. A usted no le gusta la Asamblea Nacional porque es el reflejo más puro de lo que somos en la sociedad. En ese Pleno que sale en la televisión todos los días, estamos representados todos y es feo, horrible, vernos de manera tan cruda, tan directa, pero la verdad es que es nuestra sociedad y debemos analizarlo desde esa orilla, siempre.

Hemos visto ejemplos y ejemplos en esa Institución, tales como sordos que milagrosamente siempre oyeron, los ciegos que siempre vieron, y hasta los que se hicieron los locos, cuando siempre estuvieron cuerdos, pero esa no la verdad completa de los 137 asambleístas. También hay de los buenos, muy buenos, que trabajan mucho y son de distintas bancadas políticas que a veces no son de nuestro agrado, pero sí, ellos hacen mucho más de lo que nos dicen que hacen. Hay de todo, como en nuestra cotidiana sociedad.

El viernes de esta semana, la Asamblea Nacional se modificará de manera rara e histórica con un Pleno en cual los votos cuentan y mucho, pero la división de estas voluntades está partida a tal nivel que no existe mayoría ¿Qué mayoría necesitan? Pues simplón como lo soy yo cuando explico:

  1. Mayoría simple: la mitad más uno de los que asistieron al Pleno el día de votación;
  2. Mayoría absoluta: la mitad más uno de los miembros del Pleno (137 asambleístas), es decir, 71 votos; y,
  3. Mayoría calificada: las dos terceras partes de los miembros del Pleno, es decir, 91 votos.

La primera sirve para aprobar cosas menores como acuerdos o resoluciones, la segunda para aprobar leyes, y la última para aprobar temas muy importantes como la destitución a un Presidente de la República o reformar la Constitución, entre otras.

Es decir, los números importan y ahora mucho más donde el Pleno se encuentra plagado de una facción que no promulga con el nuevo Presidente de la República y la gobernabilidad está en juego.

Ninguno de los grupos políticos electos cumplen con un número que los lleve a certificar una mayoría para asegurar una votación que les permita pasar o negar un proyecto de ley o fiscalizar de manera certera. Aquí comienzan los juegos del hambre.

Ecuador necesita reformar varias, muchas, muchísimas leyes y cambiar la estructura del Estado. Esto significará hacer cortes y recortes al país dibujado por los de los últimos 14 años y para lograr eso, repito, los números de las votaciones son importantes.

Es necesario que los actores políticos lleguen a un acuerdo parlamentario, es necesario que estos pactos sean públicos notorios y no repartan más al país. Es insostenible, es peligroso, seguir como se ha venido legislando, más aún con el último parlamento que gracias a la rencilla de amigos/enemigos, se comieron al país, un país que ya vino carcomido por el compadre que se los entregó.

Como ciudadanía, debemos entender que llegarán a acuerdos los verdes, con los azules y los rojos con los amarrillos. Siempre y cuando sea transparente y reformen para mejorar a país respaldados con criterios técnicos económicos, jurídicos constitucionales y técnica legislativa que haga clara la ley, bien puedan. Pero si los acuerdos son para repartirse un país roto, les advierto, la calle está caliente y nosotros no vamos a aguantar más.

El reto es gigante, enorme. Guillermo Lasso tiene una tarea titánica y el parlamente ecuatoriano lo deberá fiscalizar con sabiduría, aprobar los proyectos de ley que tengan sentido y pensar por primera vez en mucho tiempo, no en sus líderes presos, ni intereses económicos, esta vez es urgente, necesario, justo e inmediato que piensen en Ecuador.

Como lo dije en un principio, no nos gusta el Pleno de la Asamblea Nacional porque es nuestro reflejo. Señores Asambleístas, hagan que nos guste. Estamos viéndolos. Maduren.

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