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El Telégrafo
José Velásquez

Nos tienen hartos

06 de julio de 2020 - 00:00

Quizás es tiempo de admitir que necesitamos pedir ayuda para enfrentar la corrupción, porque no podemos o no queremos hacerlo solos. Cada que hemos tenido un reto que nos supera (crisis, un terremoto o incluso la paz con el Perú) hemos contado con asistencia externa.

Hay que empezar aceptando que no se hace lo suficiente. En Tailandia un acto de corrupción podría terminar en la pena capital; en Estados Unidos, en 20 años de cárcel y millones de dólares en multas; en nuestro país, en sentencias reducidas para los poquísimos que terminan presos. Y mientras se dan golpes de pecho y recitan el “caiga quien caiga”, la defensa de Jorge Glas ya le apuesta a la prelibertad. No se puede normalizar que todas las semanas desfile un nuevo nombre con su correspondiente trama y la consecuente amnesia.

Transparencia Internacional ha ayudado a tumbar a auténticos jeques del peculado y el cohecho en todo el mundo. Tiene capítulos es más de un centenar de países, pero Ecuador no está en esa lista. Un gesto decisivo sería invitarlos a que inicien operaciones aquí y apoyar su trabajo investigativo.

Ya conocen muy bien a Ecuador por el índice global sobre percepción de corrupción que emiten anualmente. Ese reporte reúne los criterios de varias instituciones internacionales que estudian el comportamiento de los países sobre la cultura de las coimas, los desvíos de fondos públicos, el fracaso del sistema legal, el acceso a la información, y la protección a periodistas y denunciantes. En todas las categorías hemos fracasado rotundamente este año.

Ecuador, figuró en 2019 en el puesto 93 entre 198 países, y seguramente nos irá peor en 2020. Alguien dirá que no importa, pero los organismos crediticios son más desconfiados de los países donde seguramente se van a robar parte del dinero. Lo mismo ocurre con las donaciones internacionales. Dicho sea de paso, el Banco Mundial es uno de los que colabora en el índice de Transparencia Internacional.

Nos urge además colaborar de una forma mucho más estrecha y sostenida con la fiscalía de Estados Unidos (experta en sentar en el banquillo a monstruos de la corrupción como la FIFA y Odebrecht) para que apriete a nuestros angelitos fugados y entregue información sobre inversiones y cuentas bancarias. Que nos ayuden desde fuera a meterlos presos porque ya nos tienen hartos. (O)

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