En el Ecuador, 9 de cada 10 empresas tienen que cerrar antes de cumplir su quinto año de vida y, el fracaso empresarial de la mayoría de estos negocios tiene varias causas, pero existen tres que se han convertido en los principales escalones para llegar al malogro: No realizar planes estratégicos, mala gestión financiera y falta de inversión en estrategias de contingencia. Hasta julio de 2021, según informacion del Servicio de Rentas Internas y Superintendencia de Compañías del Ecuador se registraron 10.376 empresas que cerraron sus actividades, desde 2020, pese a la promulgación de la Ley de Apoyo Humanitario y los créditos otorgados por la banca estatal.
Al llegar la pandemia la sociedad económica, laboral y empresarial puso en marcha diferentes planes con recursos para enfrentar las consecuencias derivadas de la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, y mitigar sus efectos adversos fomentando la reactivación económica y productiva del Ecuador. Uno de los recursos que se mencionó fue el proyecto de LEY ORGÁNICA DE CREACIÓN DE OPORTUNIDADES, DESARROLLO ECONÓMICO Y SOSTENIBILIDAD FISCAL la cual buscaba crear oportunidades para alcanzar la prosperidad para todos, creando un nuevo sistema de regulaciones laborales y planteando acciones para fomentar la inversión en el país.En dicho proyecto se proponían nuevas modalidades contractuales laborales, como: contrato de plazo definido, por horas, e incluso el pago de un porcentaje por parte del trabajador en caso de incurrir en cierta causal.
Muchos de los empresarios ponían su confianza en esta Ley para continuar con sus estrategias laborales y de negocio, creando un piso de impulso a partir de los estatutos de este proyecto que suponían la creación de un nuevo régimen simplificado para emprendedores y negocios populares y la deducción de impuestos aplicada a partir de salarios anuales que alcancen los 24.000 dólares (el 3,5% de la población económicamente activa). No obstante, dicho proyecto fue devuelto, creando un nuevo desbalance y obligando a la búsqueda de ideas innovadoras, creativas y de último recurso a los empresarios para no perder patrimonios y proteger al negocio con un escudo de contingencia.
Esto nos lleva a la conclusión de que no podemos depender o confiar en las circunstancias o eventuales escenarios que se presenten, más aún ahora que hemos aprendido que las circunstancias pueden cambiar de un momento a otro y que debemos de estar preparados y prevenidos para afrontar cualquier cambio repentino.
En el ámbito empresarial, sobre todo, si queremos conservar nuestro patrimonio, inversión, y el negocio es importante no solo prevenir, sino tener un plan de
contingencia para afrontar y sobrevivir a cualquier eventualidad sino también estar sólidamente conformados.
Por eso, mientras estamos en épocas de “vacas gordas” es cuando tenemos que prepararnos para las “vacas flacas”, para la catástrofe.
Así mismo, parte de las medidas claves que debemos tomar, las aplicamos en todas las áreas, por ejemplo, tener una estructura societaria que nos proteja incluso de una eventual quiebra, cómo separando nuestro patrimonio personal de cualquier responsabilidad pecuniaria (laboral - tributaria) que pudiera tener nuestra compañía.
Por otra parte, en el ámbito financiero debemos tener una reserva o contingente que nos mantenga a flote ante la falta de ingresos, esto implementándolo con la estrategia adecuada a nuestra empresa.
Para que todo esto funcione necesitamos mantener actualizado y funcional nuestro manejo administrativo y operativo, lo que será posible si tenemos un reglamento interno y Manual de procesos y procedimientos personalizado.
No importa el tamaño de nuestra empresa o negocio, estar listos para adaptarnos al cambio y saber cómo asumir el fracaso es determinante para que subsistamos o sobrevivamos o crezcamos ante cualquier cambio de circunstancias.
