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El Telégrafo
Ramiro Díez

HISTORIAS DE LA VIDA Y DEL AJEDREZ

¿Dónde hay un inocente para dispararle?

07 de julio de 2016 - 00:00

En algún lugar del mundo, en un parque de atracciones, una fila de curiosos frente a una jaula enorme, cerrada, mira en su interior por un pequeño agujero. Arriba, un  cartel dice: “Observe a la más peligrosa de las bestias. Mata por matar, de manera cruel, y sin tener hambre. Ha exterminado a miles de especies, y es también la más peligrosa para ella misma.”  Cuando se mira por la abertura, un juego de espejos y de cámaras que conectan con el exterior reflejan al mismo espectador, en el momento de querer descubrir al ejemplar de la especie más peligrosa.

Como especie, no tenemos una hoja de vida, sino un prontuario. Hemos exterminado miles de especies, y ahora lo hacemos a un ritmo de una cada veinte minutos.  Encarcelamos, matamos, torturamos, sin justificación alguna. Y hemos creado campos de concentración para nuestros otros hermanos los animales. Se llaman zoológicos. Allí están los condenados de la tierra, aquellos que han cometido el crimen de no nacer humanos, encerrados para alimentar nuestra soberbia.

Y allí, de cuando en cuando cometemos otros crímenes.  Hace poco, en algún zoo de los EE.UU, un niño cayó al foso de un gorila. El video muestra la sorpresa y, después, los gestos del primate protegiendo al niño. Pero el protocolo del zoológico contemplaba los disparos fatales contra el animal. Y el gorila, conocido como el gigante noble, que solo se alimenta de hojas, fue asesinado.

Por los mismos días, en Chile, un joven entró a la jaula de tres leones, gritando que él era Jesucristo y que nadie podría hacerle daño. Se desvistió durante cuatro minutos, y  ninguno de los leones lo atacó. Se colgó del cuello del león macho, y éste lo arrastró hasta un rincón. En ese momento, los guardias lanzaron potentes chorros de agua. Una leona se escondió y enseguida los dos leones restantes fueron abatidos a tiros. Otra victoria vergonzosa.

A principios de siglo XX, en Guayaquil, un conocido militar llevó a su familia al zoo. En una jaula, domingo, 10 de la mañana, un mico solitario, de solitaria manera, se autocomplacía. Risas nerviosas, chistes, comentarios al respecto, indignaron al militar que vio comprometida la dignidad de su familia. Salió del lugar y organizó una patrulla militar que, bajo su mando, regresó y ametralló al mico para que no siguiera pecando en público, y menos delante de su pudorosa y casta familia.

Ya lo dijo alguien: Los animales viven en un infierno en el cual nosotros, los humanos, somos sus demonios.

En ajedrez la idea también es encerrar, atormentar y matar al otro. La diferencia es que siempre se resucita más inteligente. 

                                                             1…cd3+;

                                                             2: Txd3; De1 y el blanco no existe más.

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