En estos últimos años, Ecuador por fin ha logrado instalarse en un espacio de la gran vitrina mundial, no solo por efecto de la globalización.

Hoy en día ya tenemos nombre propio, ya somos alguien en la escena mundial. Pero si bien ello ocurre desde afuera, desde dentro el escenario político da pie a la lástima y a la esperanza. Todo ello por obra y gracia de una oposición mediocre, que se resiste a renovarse, incluso para defender mejor sus intereses. Una oposición que no reconoce ni siquiera el paso de los años, que hay nuevas generaciones que pugnan por un nuevo Ecuador.

Que sigue utilizando sus desgastadas maniobras y figuras, sus bajas pasiones, sin argumentos y peor propuestas innovadoras. Por eso ha venido sistemáticamente perdiendo terreno en los últimos diez años, y lo quiere recuperar a como dé lugar. En su desesperación, por hacerle daño al Gobierno, le hace daño al país. La oposición se limita a criticar, a inventarse escenarios negativos, a juzgar según su condición.

Si por lo menos propusiera cambiar algo, aunque sea para que todo siga igual. Pero el discurso y las figuras siguen el mismo tono y ritmo de hace más de diez años. Ha logrado penetrar y ganar para sus ambiciones a ciertos dirigentes de sectores sociales y políticos con intereses, tradicional e ideológicamente opuestos, que hoy les hacen coro, olvidándose de la sucretización, la dolarización, el feriado bancario, la migración obligada, etc.

A pesar de todo ello, a pesar de que son más de 9 años de desarrollo del proyecto de Revolución Ciudadana, sin embargo, todas estas maniobras y pretensiones de la derecha se estrellan contra un profundo sentimiento popular, que sigue beneficiándose y apoyando a la Revolución Ciudadana, guiado por la consigna ’Prohibido olvidar’.

Félix Cadena Alvarado